Dios habla a través de los gestos. Más allá de las palabras, se manifiesta y se muestra en el rostro de los más sencillos y de quienes desean entregar su vida a una noble causa. Esta ha sido nuestra experiencia durante los días 04, 05 y 06 de noviembre en Port-au-Prince, Haití, en donde hemos podido compartir con el grupo de jóvenes que han iniciado el itinerario de discernimiento vocacional.
Más allá del obstáculo que implica la diferencia de idiomas, hemos podido comunicarnos desde el gesto, desde el rostro y desde las expresiones sencillas que hablan más que cualquier palabra. Roberto, Giorgi, Frisner han sido quienes han aceptado la propuesta, y han comenzado a participar del Proyecto Galilea. Y Francisco Civil, después de dos años de discernimiento, ha decidido iniciar su proceso de formación con nosotros. Gracias a la comunidad de la Congregación de Misioneros del Inmaculado Corazón de María (CICM) que nos abrió sus puertas y nos acogió, pudimos profundizar en la llamada que Dios nos hace, en las diversas llamadas que aparecen a nuestro entorno, y de la importancia de discernir nuestra vocación en la Iglesia.
Una vez más, Dios se hace presente en Haití. Nuestra presencia, esporádica y corta, no ha dejado de ser recibida y de generar la inquietud ante quienes se sientes llamados a seguir el carisma de Calasanz. Elevamos nuestra oración al autor de las llamadas, para que nos permita comprender los signos de los tiempos, y discernir su voluntad en medio de los acontecimientos.
“Bondye, mesi, bondye”