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Ruta Calasancia
El pasado mes de julio tuvo lugar una nueva edición de lo que poco a poco se va dando en llamar “Ruta Calasancia”, el encuentro anual de todos los jóvenes escolapios que, en ese año, hacen su profesión solemne como religiosos. El encuentro de este año 2022 fue bastante diferente, porque han participado en él cerca de ochenta jóvenes de todas las demarcaciones, en dos tandas distintas. Después de dos años sin poderlo llevar adelante a causa de la pandemia, este año 2022 hemos recuperado esta formidable experiencia calasancia que tanto enriquece a los escolapios que en ella participan y a quienes la acompañan.
He decidido dedicar una de las cartas mensuales que dirijo al conjunto de las Escuelas Pías a compartir con todos vosotros algunas reflexiones que me fui haciendo a lo largo de este intenso mes de julio. Lo hago porque creo que es valioso destacar algunas de las experiencias que se viven en esta “ruta calasancia”, y que alcanzan un valor formidable en el contexto de este proceso posterior a un Capítulo General que nos propuso a todos vivir centrados en Cristo y cuidar en profundidad el don vocacional recibido.
Comienzo por recordar la estructura básica del encuentro, para que quienes no lo conocen puedan comprender mejor las claves que quiero compartir con todos vosotros. Los jóvenes se reúnen en Madrid y comienzan visitando el santuario de San Faustino Míguez, en Getafe. Comenzamos, pues, resaltando la llamada a la santidad que todos hemos recibido como religiosos escolapios. De allí a Peralta de la Sal, para vivir cinco días de experiencia espiritual entrando a fondo en lo central de la vocación escolapia. Desde Peralta, un viaje de cuatro días por los lugares en los que nuestro fundador vivió y ejerció su ministerio sacerdotal. Y de allí, a Roma, para seguir las huellas de Calasanz y trabajar algunos temas especialmente significativos de la vida de la Orden en la actualidad. Cerramos la primera tanda con la primera ordenación sacerdotal celebrada en Roma de un escolapio vietnamita, presidida por el cardenal Lazzaro You Heung-sik, y la segunda con diez profesiones solemnes y nueve ordenaciones diaconales, presididas las primeras por este servidor, y el diaconado por nuestro hermano y obispo Mons. Carlos Curiel. Terminamos las dos tandas con una peregrinación a Frascati, para ofrecer nuestra vocación a la Reina de las Escuelas Pías.
Pero una cosa es el itinerario geográfico y otra mucho más importante es el itinerario espiritual que vivimos en la Ruta Calasancia. Destaco algunas de las experiencias que considero más ilustrativas para el momento que vivimos en la Orden.
Interiorizar y compartir. Reflexionar sobre nuestra propia vocación religiosa y compartir nuestras reflexiones con escolapios de lugares y culturas diferentes supone una riqueza formidable. La Ruta Calasancia nos ayuda a comprender la importancia de poder entrar a fondo en nosotros mismos y de poder compartir ese fondo vocacional con los hermanos. No hay ninguna duda de que todos necesitamos momentos como estos, en los que podamos vivir estas dos preciosas dimensiones de nuestra vocación. El compartir en grupos, de dos en dos, o todos juntos, de modo organizado o de modo espontáneo (que de todo hubo) enriqueció notablemente a los jóvenes. Prueba de ello es que, finalizada la Ruta, siguen compartiendo. Y quieren poder seguir haciéndolo de modo organizado. Hemos de reflexionar sobre ello.
Calasanz nos desafía. La Ruta ha ofrecido a todos los participantes no sólo un mayor y mejor conocimiento de Calasanz sino, sobre todo, la oportunidad de confrontase con su figura, vincularse con sus procesos, orar intensamente ante su tumba, emocionarse ante sus recuerdos y, de modo especial, renovar y fortalecer la llamada que sienten muy profundamente en lo más hondo de su alma: ser un nuevo Calasanz. Esta es la feliz expresión con la que tratamos de expresar lo más genuino de la vocación de cada uno de los jóvenes escolapios que Dios nos concede como regalo inmerecido. Y lo que experimentamos en la Ruta Calasancia, como lo experimento en cada visita y en cada encuentro con los jóvenes es que, efectivamente, éste es su más hondo deseo, que lo viven con tanta humildad como autenticidad: ser un nuevo Calasanz.
Peregrinar. La Ruta Calasancia tiene un componente de peregrinación. Y toda peregrinación tiene, entre otras, tres características: estar en los lugares concretos en los que aconteció algo que es significativo para nosotros; recorrer un itinerario espiritual iluminado por la experiencia a la que peregrinamos y, finalmente, hacerme consciente de lo que he vivido y de lo que ha acontecido en mi interior a lo largo de la peregrinación. Sin esos tres componentes, no estamos ante una peregrinación; a lo sumo, lo que hacemos es una interesante visita que nos enriquece o un buen intercambio de ideas sobre unos temas más o menos valiosos. Pienso que estas tres claves han sido bien vividas por nuestros jóvenes a lo largo de la Ruta Calasancia, y todos ellos están ahora en la tarea de dar nombre a la tercera. Les ofrecimos una clave certera para esta tarea: hacerse la pregunta de Calasanz a Glicerio y que está recogida en el nuevo cuadro que hemos colocado en San Pantaleo en honor al primer joven que llamó a las puertas de las Escuelas Pías para ser escolapio. La pregunta es tan simple como profunda: ¿qué habita en tu corazón?
El valor de las mediaciones ordinarias. Es cierto que la Ruta Calasancia es algo extraordinario. Pero está configurada desde muchas mediaciones ordinarias, frecuentes y normales en nuestra vida. La oración de Laudes y Vísperas de cada día; la celebración cuidada y participada de la Eucaristía; la reunión comunitaria en la que compartimos vida, ideas e inquietudes; el servicio a los hermanos que facilita la convivencia; la acogida de las comunidades que nos reciben; el tiempo libre -escaso- pero compartido y disfrutado; el diálogo con el superior o los responsables de la comunidad; la oración personal, ciertamente en lugares y espacios privilegiados; la escucha de charlas o reflexiones de interés; el retiro espiritual; las reflexiones sobre la vida de la Orden; la formación calasancia, etc. Todo ello forma parte de nuestra vida; todo ello, cuando se vive con alegría y se comparte en fraternidad, hace que nuestra vida sea, en verdad, extraordinaria.
El acompañamiento de los religiosos adultos jóvenes. Este es uno de los aspectos que fue subrayado con más fuerza en nuestro 48º Capítulo General. Los capítulos detectan, con fino discernimiento, necesidades a las que la Orden debe responder. El acompañamiento de los religiosos escolapios en sus primeros años de vida adulta es una de ellas. Y la Ruta Calasancia nos ha ayudado a comprender algunos aspectos importantes de este desafío. El primero, que el acompañamiento es deseado y querido por los jóvenes escolapios; lo buscan y lo viven con alegría y sinceridad, pero necesitan que el contexto en el que viven lo provoque y lo explicite. El segundo, que la dinámica comunitaria es un buen contexto de acompañamiento. Cuando una comunidad se decide a hacerse preguntas y a compartir las respuestas, el acompañamiento emerge con su riqueza natural. El tercero, que el acompañamiento necesita de personas que crean en él, que den tiempo a la escucha y a la acogida, y que la provoquen y la propongan. Y el cuarto, que el acompañamiento es una “cultura”, un modo de vivir como escolapios, y cuando lo experimentamos, la vocación crece en autenticidad.
El trabajo escondido de quienes hacen posible nuestra vida. Me hago eco en esta carta del sentimiento de agradecimiento de los jóvenes hacia todas las personas que han hecho posible la Ruta Calasancia, y que la hacen posible cada año. Me atrevo a citar algunas de estas personas: quienes se esfuerzan en que todos tengan su visado de entrada en Europa; los encargados de la logística en cada lugar que visitamos, algunos bien complejos como el recorrido por tierras catalanas; la acogida de las comunidades de Gaztambide, Peralta de la Sal, Monte Mario, San Pantaleo y Frascati; los trabajadores que se encargan de la comida o la limpieza; los acompañantes de cada grupo; los escolapios que han ofrecido sus reflexiones y charlas, etc. Los jóvenes han tenido palabras de agradecimiento para todos, conscientes como son de que nuestra vida es posible porque hay muchas personas que lo facilitan con su trabajo profesional y bien hecho. También es Ruta Calasancia agradecer a quienes nos ayudan.
El regalo de profesar o de ordenarse en Roma. La Congregación General ofrece cada año la posibilidad de que los que lo deseen puedan profesar u ordenarse en San Pantaleo, en la casa de Calasanz. Es claro que una profesión o una ordenación son experiencias valiosas para vivirlas en tu propia provincia, en tu escuela, en tu parroquia de Bautismo o en donde estés destinado como escolapio. Pero también lo es que hacerlo en San Pantaleo es una experiencia bella e impactante. Todas las opciones tienen su riqueza. Este año, como queda dicho, hemos celebrado en Roma una ordenación sacerdotal, diez profesiones solemnes y nueve ordenaciones diaconales. Para todos, y no sólo para los que profesaban o se ordenaban, han sido experiencias significativas.
La oportunidad de vivir las “claves de vida” de la Orden. La Ruta Calasancia ofrece a los participantes la ocasión de experimentar la riqueza y la complejidad de algunas de las Claves de Vida desde las que nuestro 48º Capítulo General ha querido orientar nuestro camino. De modo especial algunas de ellas: la sinodalidad, tejida de búsqueda fraterna y de reflexiones compartidas; la interculturalidad, vivida en tantas dimensiones complementarias como los idiomas, las tradiciones, los estilos de vida, etc.; la mentalidad de Orden, especialmente cuidada con el compartir de la realidad de cada Provincia y con la escucha de lo que vivimos a nivel general; la centralidad de Cristo, expresada cada día de múltiples maneras y especialmente en la Eucaristía; el redescubrimiento de la espiritualidad escolapia; el cuidado de la vida comunitaria; la dinámica “Escuelas Pías en Salida”, etc. Todas ellas emergen como don y como tarea. Toda ocasión es buena para hacernos conscientes de la importancia de las claves desde las que somos invitados a vivir.
La riqueza de las propuestas hechas por lo jóvenes y la profundidad de sus cuestionamientos. A lo largo de los días de la Ruta Calasancia fueron apareciendo propuestas e ideas, y también preocupaciones y dolores. Todo ello forma parte de nuestra vida. Es bueno compartir algunas de ellas. Lo hago con brevedad, buscando solo que podamos crecer en la bella experiencia de compartir lo que nos preocupa. Cito sólo cuatro de ellas:
¿Por qué no organizamos una Ruta Calasancia para los superiores de las comunidades y de las demarcaciones? Hubo sonrisas cuando se propuso esta idea, pero tiene un fondo muy importante. A lo largo de la Ruta Calasancia aparecen muchas ideas y propuestas de renovación, pero luego “regresamos a la realidad, y muchas veces las cosas de las que hablamos aquí no se pueden plantear en la comunidad”. Es una inquietud desafiante.
¿Sería posible volver a reunirse dentro de un tiempo para compartir lo que vamos viviendo de todo lo que hemos experimentado en la Ruta Calasancia? Es una inquietud que refleja bien a las claras algo importante: necesitamos espacios de vida compartida y no podemos configurar la vida desde experiencias desconectadas que se acaban en sí mismas, sino desde procesos que provocan transformación.
Necesitamos redescubrir a Calasanz. La Ruta Calasancia ofrece a los jóvenes una oportunidad formidable para enamorarse nuevamente de Calasanz. El santo fundador emerge como novedad, como llamada, como provocación, como modelo y guía.
El reto de hacerse adulto en la Orden. Una de las expresiones más bellas de la adultez es la capacidad de expresar libremente lo que pensamos y lo que nos inquieta de nuestra vida escolapia. A lo largo de las diversas reuniones, los jóvenes escolapios han experimentado la importancia de compartir lo que te preocupa y duele y lo que te fortalece y alegra. Nos hacemos adultos en la Orden también a través de este dinamismo.
La construcción de las Escuelas Pías. Termino esta carta fraterna compartiendo una de las experiencias que vivimos en cada una de las tandas de la Ruta Calasancia. Dedicamos tres días completos a trabajar sobre las “Escuelas Pías en Salida”. Una de las reuniones consistió en una reflexión altamente sinodal sobre una pregunta muy concreta. La pregunta era esta: piensa que eres el provincial y tienes que explicar a tus hermanos, en el Capítulo, lo que tú consideras que es lo fundamental que la Provincia necesita para avanzar. La puesta en común, en la que participaron todos y cada uno de los jóvenes (cada uno disponía de cuatro minutos para compartir sus ideas) fue una extraordinaria experiencia sinodal y ayudó a todos a comprender qué queremos decir con el nombre que hemos dado a uno de los núcleos capitulares: la construcción de las Escuelas Pías.
Lo dejo aquí, no sin compartir con todos vosotros mi acción de gracias a Dios por la vocación de cada uno de los jóvenes escolapios que Él, como Padre, nos ha regalado para el bien de los niños y jóvenes.
Recibid un abrazo fraterno.
P. Pedro Aguado Sch.P.
Padre General
16 Octubre. Beato Pietro Casani

Tenemos formada una imagen del R. Casani como religioso muy espiritual, con estilo arcaico, amable, culto, fiel a sus principios, rigorista y obediente, silencioso y pobre. Este retrato responde a la realidad, pero es incompleto. Casani tenía don de gentes, alternaba con gusto con nobles y dignatarios eclesiásticos, le gustaba viajar, resolvía problemas. Pero también soñaba, era utópico y proponía excentricidades llevado de su radicalismo evangélico.
Quizás por todo ello gozó de la confianza de Calasanz, tan distinto en su manera de ser, concreto y realista. Se complementaron y colaboraron desde 1614 cuando el P. Pedro fue nombrado rector de San Pantaleo y el P. José continuó siendo prefecto o director de las escuelas allí radicadas. En 1617, al crearse la Congregación Paulina, Casani, que pertenecía a la Congregación de Lucca desde 1594, prefirió adherirse a las Escuelas Pías y fue el primero en recibir el hábito escolapio de manos de Calasanz y el primer Maestro de novicios, cargo que ejerció en varias ocasiones y en diversos lugares. A él se atribuyen con fundamento las «Reglas para los Novicios de las Escuelas Pías». Más tarde fue Asistente General varias veces, Provincial de Liguria y de Nápoles, Visitador General de las nuevas fundaciones en Europa central y, finalmente, propuesto para Vicario General de la Orden. Fue verdaderamente hombre de confianza del Fundador.
Año Vocacional: Entrevista a Fernando Negro, escolapio aragonés en el Bronx
Fernando Negro, escolapio aragonés (Bello, Teruel), actualmente destinado en el Bronx, ha pasado unos días de descanso en Zaragoza junto a la Virgen del Pilar. En esta entrevista nos habla de su misión escolapia por el mundo.
Se cumplen 25 años…
Este año 2022 se cumplen 25 años de la aprobación, por parte del 44º Capítulo General de la Orden, del documento institucional “El Laicado en las Escuelas Pías”. Es una fecha “redonda”, que nos puede sugerir una mirada agradecida al camino recorrido a lo largo de estos años y que este documento que recordamos tanto contribuyó a impulsar y a desarrollar.
Aquel Capítulo General de 1997 se convocó con un lema muy interesante. Rezaba así: “Carisma y Ministerio: una historia que recordar, una historia que construir”. Nos convocaba el 400º aniversario del comienzo de la misión calasancia en la Escuela de Santa Dorotea (1597), y la Orden festejaba con profunda alegría esa historia -inacabada- que inició Nuestro Santo Padre en la pequeña sacristía de una parroquia del Trastevere.
Me parece que ahora sería bueno aplicar el mismo lema a este pequeño aniversario del documento sobre el laicado escolapio. Efectivamente, estamos ante una bella historia que debemos recordar y continuar construyendo. Me gustaría contribuir a ello con esta sencilla carta fraterna. Quisiera referirme a unos pocos puntos que considero importantes.
En primer lugar, creo que tenemos que hacernos una pregunta: ¿qué buscaba aquel Capítulo General con ese documento? Nada se aprueba en un capítulo sin una intencionalidad. Releyendo las actas y el propio documento, aparecen claramente los tres objetivos que estaban sobre la mesa en aquellos años:
- Aclarar la conciencia escolapia sobre ese tema.
- Responder a las inquietudes de tantas personas laicas que se preguntan por el proyecto que las Escuelas Pías tienen en relación con ellos.
- Aceptar que la apertura a los laicos es un signo de los tiempos que nos interpela profundamente.
Estos eran los tres objetivos. Así consta en las actas del Capítulo y en el propio documento. Quiero compartir con todos vosotros que los tres siguen siendo reales, actuales y provocativos. Sigue siendo necesario profundizar y clarificar lo que vivimos; seguimos recibiendo preguntas, propuestas y aspiraciones desde las personas que comparten nuestro carisma y nuestra misión; sigue siendo cierto que este camino nos interpela y provoca en la Orden deseos de respuesta y de nuevos pasos, así como preguntas e inquietudes. Seguimos caminando, hermanos.
Junto a esta afirmación de que los objetivos siguen siendo actuales, también debemos afirmar que en los tres hemos avanzado mucho. Ofrezco algunos datos de este caminar y de este progreso, aludiendo también a las dificultades y despistes que tenemos.
- El documento que conmemoramos se aprobó canónicamente con el 65% de los votos en el seno del 44º Capítulo General. Todos sabemos que una proposición o un directorio, para ser aprobados, necesitan la mayoría absoluta. La votación con la que el documento fue aprobado indica una mayoría clara, pero también expresa dificultades o dudas. Años después, el actual Directorio de Participación, que es la concreción actualizada del documento de 1997, se aprobó con el 84% de los votos de los capitulares. Tal vez no son datos muy relevantes, pero nos sirven para comprender que estamos ante un reto y un proceso que necesita su tiempo, pero que poco a poco va siendo bien comprendido y asumido por la Orden.
- Por otro lado, sabemos que las cuatro modalidades de participación se han consolidado y hay muchas experiencias, y muy ricas, de impulso de cada una de ellas. Es cierto que la integración carismática y jurídica continúa siendo una opción poco extendida, pero no por eso poco significativa. Y es también cierto que el trabajo para el acompañamiento de nuestros colaboradores, la riqueza de los procesos de Misión Compartida y el desarrollo de la Fraternidad han sido formidables.
- Junto a estos datos de fondo, cito otras muchas cosas que están suficientemente claras entre nosotros: compartir el carisma y la misión entre religiosos y laicos es bueno, rico y necesario; cuanto mayor sea la identidad calasancia del laicado, mejor para los niños y jóvenes que crecen entre nosotros; la pluralidad vocacional escolapia es rica y creativa; los ministerios escolapios encomendados a los laicos provocan riqueza de misión e incluso la posibilidad de crear nuevos ministerios; el modelo de presencia escolapia se va abriendo paso entre nosotros con progresiva naturalidad; la Fraternidad y al Orden comparten misión de diversas maneras, siendo especialmente significativa la red “ITAKA-Escolapios”; la Fraternidad se va dotando poco a poco de estructuras de animación y acompañamiento, y está naciendo en nuevos contextos y demarcaciones, etc.
- Como en todo proceso, parecen también dificultades y situaciones que necesitan ser revisadas o acompañadas. Citemos algunas: en algunos lugares cuesta encontrar el modo adecuado para que la Fraternidad se ubique bien en el dinamismo de la Provincia y de cada una de las presencias, con el fin de que pueda crecer y aportar como lo que es, una importante entidad escolapia; comprender la formación de los laicos en dinámica de Misión Compartida como “saberes que se aprenden en un curso” y no como un proceso integral que transforma la vocación educadora de las personas; creer que los religiosos no nos tenemos que formar, junto con los laicos, en todo lo referente a la identidad calasancia de nuestra misión, “porque ya lo sabemos todo”; no reflexionar suficientemente sobre la importancia de la presencia de los religiosos en la vida de la Fraternidad, etc.
- Hemos de ser cuidadosos con determinadas maneras de pensar o quizá más bien frases o ideas que a veces subyacen entre nosotros, especialmente en algunos lugares, y que no reflejan en absoluto ni el modo de pensar de la Orden ni las dinámicas sinodales que propone nuestra Iglesia. Cito algunas de ellas:
- “Mientras tengamos suficientes religiosos no es necesario impulsar el proyecto del laicado”. Refleja un concepto utilitarista del laicado escolapio y no responde en absoluto al deseo de construir unas Escuelas Pías participativas, plurales y generadoras de identidad. Una cosa es tener clara la prioridad de construir una demarcación, y otra muy diferente es pensar que “impulsaremos el proyecto del laicado sólo cuando lo necesitemos; por ahora no hace falta”.
- “No es problema que no haya religiosos en un colegio, ya lo llevan los laicos”. Afirmación y modo de pensar que no sólo desconcierta a los religiosos, sino también a los laicos. No da igual que en un colegio escolapio haya religiosos o no. Es mejor, absolutamente mejor, que haya religiosos. Yo afirmo que no sólo es mejor, sino que es necesario. Pero si no hay, evidentemente, hay que llevar las cosas de otro modo. Pero convertir la solución de un problema -la falta de religiosos- en el ideal o en lo mejor, es un error muy serio.
- Hay que acompañar bien a nuestros jóvenes para que comprendan adecuadamente todo el dinamismo de la Participación. Las cosas que más desconciertan son aquellas que se sitúan en los “extremos” y que convierten el dinamismo de la Participación en lo que nunca es y nunca será. Nuestros jóvenes deben saber y sentir que su vocación es plena, necesaria, apasionante e insustituible. Como siempre ha sido. Y eso debemos transmitirlo todos -religiosos y laicos-, y no sólo con la palabra, sino con la vida.
6. Van apareciendo nuevos desafíos, todos ellos fruto de la vida y del camino que vamos recorriendo. Cito algunos de ellos
- Desarrollar y vivir en plenitud la identidad de la Orden y la propia de la Fraternidad. La Orden de las Escuelas Pías y la Fraternidad Escolapia son realidades diferentes que optan por la comunión. Pero esto sólo se puede hacer desde identidades claras y desde vivencias plenas. Necesitamos una Orden Escolapia que viva intensamente la consagración y la profecía, que crezca y camine desde los dinamismos y estructuras que le son propios, y que cuide su significatividad y su capacidad de Vida y de Misión. Igualmente, necesitamos una Fraternidad Escolapia que crezca en el desarrollo de su propia identidad, claramente expuesta en sus documentos, y que busque una clara vivencia de la vocación cristiana enriquecida desde el carisma calasancio de modo que, en su seno, religiosos y laicos puedan compartir el don vocacional recibido.
- Compartir el desafío misionero. La Orden, la Fraternidad y el conjunto del laicado escolapio, somos enviados a los niños, a los jóvenes, ante todo a los más pobres. Este envío en misión puede y debe ser compartido. Lo es ya en muchos lugares de la Orden, y contamos con ricas y fecundas experiencias de este “envío en misión compartido”. Incluso tenemos presencias escolapias que nacieron así, de modo conjunto.
- Configurar un sujeto escolapio claro y fecundo. Cuando hablamos de “lo escolapio” no hablamos sólo de la Orden. Esto es se va clarificando poco a poco entre nosotros. Pero este nuevo sujeto escolapio que estamos configurando, formado por la Orden, las Fraternidades y tantas personas que comparten la Misión que hemos recibido de Dios a través de Calasanz, necesita ser bien reflexionado y estructurado, en sus diversas dinámicas, para que sea fecundo. Si es confuso, si las diversas identidades no son bien respetadas, no funcionará.
- Desarrollar los ministerios escolapios. Vivimos un momento de reflexión creativa sobre este tema de los ministerios, que es decisivo en el impulso de la pluralidad vocacional escolapia. Nuestro último Capítulo General pidió a la Congregación General que estudie la posibilidad de crear un nuevo ministerio escolapio, relacionado con la escucha y el acompañamiento. Es un bello ejemplo de la vida que surge entre nosotros.
- El papel protagonista de los jóvenes y su aportación a unas Escuelas Pías mejores. No hay duda de que por este camino llegarán muchas más aportaciones y sugerencias en todo lo relativo a la Participación. Estamos muy agradecidos al Señor por el don de la presencia de los jóvenes que crecen y caminan entre nosotros con creciente corresponsabilidad escolapia, sabedores de que la construcción de las Escuelas Pías es una bella aportación a la utopía eclesial y social que ellos quieren construir y que todos sabemos y creemos que debemos esperar como don del que todo lo puede: el Reino de Dios y su Justicia.
Quisiera concluir esta carta fraterna con unas palabras de agradecimiento a tantas personas que, con su mejor voluntad y amor por Calasanz, desean honestamente crecer en su identidad y vinculación escolapia y, con su sensibilidad y sus sueños, aportan nuevas energías al conjunto de las Escuelas Pías. A todas ellas expreso mi agradecimiento y por todas ellas doy gracias a Dios. Al Señor de las llamadas le pedimos que siga convocando a más personas, cada una según su vocación, a continuar impulsando el siempre inacabado sueño de San José de Calasanz.
Recibid un abrazo fraterno.
P. Pedro Aguado Sch. P.
Padre General
Encuentro de la Congregación General con los SSMM de América
La reunión de SSMM de América fue celebrada en la Provincia de Nazaret, en la ciudad de Bogotá, Colombia. La recepción de los hermanos escolapios de las comunidades del Rincón y del Paraíso fue fraterna y siempre atenta. Dedicamos una tarde a compartir la vida y la mesa, en clave de corresponsabilidad por construir las Escuelas Pías que necesitamos. Resaltamos la presencia alegre y esperanzadora de los novicios de Nazaret: Bryan y Juan Diego; así como del junior Juan Diego. Les animamos a seguir adelante con su vocación. Por otro lado, en medio de las reuniones de diálogo entre los SSMM, el Colegio Calasanz recibió a todos los superiores, y les mostraron la pasión por la misión que religiosos y laicos desarrollan con los niños y jóvenes de esa ciudad. Gracias por su entrega alegre y trabajo diligente.
Esta reunión fue convocada por la Congregación General para dialogar con los actuales Provinciales sobre el proceso de recepción del 48o. Capítulo General, así como del desarrollo de los procesos capitulares demarcacionales en la circunscripción americana. Por otro lado, todos los Superiores Mayores compartieron los logros, y también los desafíos que viven las demarcaciones en lo ministerial, en la vida fraterna, en lo referente a una adecuada y sistemática Cultura Vocacional, así como los desafíos socio-políticos culturales y educativos que viven nuestras presencias escolapias.
Subrayamos nuestra solidaridad y cercanía con las presencias en Centroamérica y el Caribe, por las difíciles circunstancias que rodean la vida pública en su cotidianidad. Agradecemos profundamente su entrega y servicio en favor de la niñez y la juventud, pues claramente hay un llamado profético de construir un futuro esperanzador como fruto del Reino de Dios en el mundo.
Finalmente, la reunión de SSMM de América concluyó con una serie de desafíos comunes que como circunscripción posibilitarán la colaboración interdemarcacional. Reconocemos que los dones de la circunscripción deben estar abiertos al conjunto de la Orden. La Circunscripción Americana es consciente de su recorrido histórico y la fuerza con la que puede colaborar a las diferentes realidades de la Orden. En un ambiente y clima de apertura, diálogo, discernimiento, análisis de la realidad y de oración seguiremos trabajando para hacer presente a Calasanz en los rostros de niños y jóvenes en América.






