Escuelas Pías Centroamérica y Caribe

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En medio de nosotros. Día 3 de la II Asamblea de la Fraternidad General

La tarde/mañana de hoy ha comenzado de la mano de Nazaret, con una invitación a la unidad y a poner todo en común, como los primeros discípulos: “La multitud de los creyentes tenía una sola alma y un solo corazón. No llamaban propia a ninguna de sus posesiones, antes lo tenían todo en común”. (Hch, 4,32)

Pasado el ecuador de la Asamblea, la primera sesión de trabajo ha estado centrada en establecer las Líneas Estratégicas de la Fraternidad para el próximo sexenio. Alberto Cantero ha presentado la propuesta y en pequeños grupos se ha abierto un rico diálogo. Ha sido una bonita oportunidad poder dialogar, hacer concreto y visible ese “soñar” juntos, y el tiempo como siempre nos ha pasado volando.

La segunda sesión ha tenido como momento nuclear la elección del nuevo Consejo General de la Fraternidad. Un Consejo al que cuidar, y que va a acompañar la andadura de las Fraternidades ya existentes y el alumbramiento de todas aquellas que el Espíritu quiera que nazcan.

Guillermo Gómez ha sido el encargado de explicar todo el proceso de votación, ha presentado al candidato de cada Fraternidad y después se ha llevado a cabo la votación. El nuevo Consejo General de la Fraternidad para el próximo sexenio está formado por Ilona Rudka (Fraternidad de Polonia), Carolina Paredes (Fraternidad Centroamérica y Caribe), Alberto Cantero (Fraternidad de Emaús) y Alfredo Marcos (Fraternidad de Betania), además del representante elegido por el Padre General. Pedro Aguado les ha dado la bienvenida y la felicitación, resaltando que los cuatro pueden hacer muy bien este servicio de acompañar y hacer crecer nuestras Fraternidades.

Con un ambiente de alegría se da por terminado el trabajo hasta el día de mañana. Como todos los días, hemos viajado a México, Polonia y Emaús, para conocer más de cerca algunas experiencias significativas.

No queremos hoy terminar sin agradecer a los hermanos del Consejo saliente su dedicación durante los casi siete años. Así mismo, agradecer la valentía y generosidad de los nuevos hermanos para aceptar este servicio.

Consejo de la Fraternidad General de las Escuelas Pías

Y brotará un renuevo del tronco de Jesé

Hace unos meses se celebró, en modalidad online, un Seminario sobre la vocación del “Escolapio Laico”. Participaron unas treinta personas, invitadas por la Congregación General, de diversas Provincias y Fraternidades, así como varias personas que ya están viviendo esta vocación específica que llamamos “Escolapio Laico”. La intención de la Congregación General al convocar este seminario fue la de profundizar en la “integración carismática y jurídica del laicado en las Escuelas Pías”, dado que se trata de una nueva vocación que, aunque sólo se ha desarrollado por el momento en una Provincia, es bueno que se vaya reflexionando y trabajando en el conjunto de la Orden, poco a poco, tal y como se pidió, en su momento, desde algunas demarcaciones.

No escribo esta carta fraterna para sintetizar los contenidos del Seminario ni presentar los materiales que se trabajaron, que están a disposición de todas las personas interesadas en el tema , sino para compartir algunas reflexiones que me hice durante el Seminario y que creo que pueden ayudar a entrar en este apasionante desafío.

He titulado el texto con una conocida frase del libro del profeta Isaías . La verdad es que he escrito esta carta en Adviento, que es un tiempo propicio para meditar sobre “lo nuevo que esperamos”. Este pasaje de Isaías lo leemos siempre en Adviento, y me he permitido la licencia de utilizarlo como una sencilla imagen que nos ayude a entender que del tronco fuerte y consolidado de Calasanz siguen naciendo nuevos brotes que enriquecen nuestras posibilidades de encarnar y vivir el carisma que Nuestro Santo Padre engendró en la Iglesia. Quisiera estructurar mi reflexión en diez sencillas afirmaciones.

1.“Siguen naciendo nuevas vocaciones escolapias”. La vocación del “Escolapio Laico” es una novedad en el seno de la Orden, consolidada por un Capítulo General, que es la máxima autoridad de la Orden: “Una integración, además de carismática, también jurídica, al mismo tiempo, por la cual se accedería a ser verdadero escolapio laico en sentido pleno” .
Esta es una primera afirmación que me gustaría hacer, y que considero importante, por muy simple que sea. La vocación religiosa escolapia, consolidada y acrisolada por cuatro siglos de fidelidad creativa al fundador, se ve enriquecida por vocaciones escolapias de personas laicas que, desde otras perspectivas, desean vivir el mismo carisma y compartir la misma misión. Entre esas vocaciones, no hay duda de que la pertenencia a la Fraternidad de las Escuelas Pías es la más consolidada y definida. En ese mismo contexto de “apertura a lo nuevo” podemos y debemos situar la integración carismática y jurídica.

2.“El Espíritu nos está bendiciendo con laicos y laicas cuya identidad calasancia es nuclear”. Del mismo modo que somos bendecidos por muchísimas personas que descubren su vocación escolapia como miembros de la Fraternidad, y en su seno desarrollan su vida de fe y de misión, van a apareciendo algunas personas que colocan lo escolapio en el centro de su vocación, y configuran su vida desde un compromiso nuclear con la Orden de las Escuelas Pías, explicitado a través de un estatuto específico que define su vocación. Considero fundamental decir, y subrayar, que estás personas no son ni mejores ni peores, ni su vocación es superior o inferior. Simplemente es diferente, y aporta dones específicos a la construcción de las Escuelas Pías. Los escolapios no jerarquizamos las vocaciones; las acogemos y recibimos como dones del Señor, sabiendo que Dios reparte sus llamadas según su voluntad para cada uno de nosotros. Pero agradecemos y celebramos que sea posible una vocación laical nuclearmente calasancia, en la que la identidad se convierte en un eje esencial que reordena la vida y que se expresa en un compromiso no sólo con la Fraternidad, sino también con la Orden, con la que establecen un vínculo que expresa algún tipo de pertenencia y desde el que pueden compartir vida, sueños y proyectos.

3.“Hay proceso vocacional capaz de generar esta vocación”. La vocación del Escolapio Laico es específica, y supone una vinculación profunda con el carisma calasancio y con la Orden. Como todas las vocaciones, tiene sus procesos y sus experiencias que la van confirmando y clarificando. Después de estos años de vida, podemos ya tratar de dar nombre a algunas experiencias significativas que terminan configurando esta vocación: una vida disponible a las necesidades y proyectos escolapios; experiencias fuertes de vida y misión compartidas; búsqueda sincera y creativa de respuestas a la pregunta: “¿a qué me siento vocacionalmente llamado/a?”; discernimiento personal y comunitario de la vocación; cuidado de un estilo de vida marcado por la dinámica escolapia; procesos de transformación de la propia dinámica de la Provincia, de la comunidad o de la Fraternidad, enriquecidos por esta vocación, etc.

4.“Hay un contexto escolapio capaz de provocarla y suscitarla”. Los contextos en los que nacen y crecen las vocaciones deben ser muy tenidos en cuenta. Del mismo modo que es difícil que nazcan vocaciones de especial consagración en lugares y contextos en los que esta especial consagración ni se siente ni se valora, también es muy difícil que surjan laicos y laicas con fuerte vinculación escolapia en contextos en los que el dinamismo de la Participación ni se cuida ni se entiende.

Para que surja y se consolide la vocación del Escolapio Laico hay ciertas claves que deben ser especialmente cuidadas. Entre ellas puedo citar las siguientes: una Fraternidad Escolapia consistente y crecientemente digna de Calasanz, que va creciendo como entidad adulta; una Provincia que potencia su relación con la Fraternidad y recorre su camino de modo compartido con ella; una búsqueda sincera y equilibrada de la pluralidad vocacional; una comprensión valiente de la sinodalidad que nos ayude a crecer en la vivencia corresponsable del desarrollo de la vida y de la misión escolapias; una propuesta sistemática de misión escolapia a los laicos y laicas; una apertura a que es bueno que aparezcan nuevas vocaciones y que el desafío es dotarlas de entidad evangélica y escolapia; una diáfana claridad sobre la originalidad e imprescindibilidad de la vocación religiosa y sacerdotal escolapia, etc.

5.“Toda vocación ofrece dones”. Todas las vocaciones ofrecen dones a la Iglesia y a la comunidad en la que nacen, en nuestro caso, las Escuelas Pías. Puedo citar algunos dones que estamos ya recibiendo, y que intuyo que irán creciendo y dando nuevos frutos.

a) Aumenta nuestra capacidad de Misión, porque hay más personas que ofrecen su plena disponibilidad también a la Orden -según su vocación- para su impulso y desarrollo.

b) En algunos lugares en los que podría ser difícil contar con comunidades escolapias que sean alma y referencia de la misión, éstas pueden ser constituidas. Sin duda, de modo diverso, pero también como alma y referencia.

c) En un momento histórico en el que la lucha contra el virus del clericalismo se convierte en un elemento clave de discernimiento y de conversión para la Vida Consagrada, la fecunda relación con personas laicas que asumen nuclearmente lo escolapio nos puede y debe ayudar de manera significativa.

d) Creo que el surgimiento de una vocación laical dotada especialmente del desafío de la significatividad puede ayudar a que la vocación religiosa, portadora esencialmente de ese don, lo cuide y lo repiense de modo nuevo y más comprometido.

e) El camino sinodal al que hoy somos llamados se desarrolla en muchos niveles: vida fraterna, equipos de trabajo, liderazgo de la misión, generación de comunidades cristianas escolapias, desarrollo de los diversos ministerios, etc. También aquí esta vocación está llamada a ofrecer nuevas luces y oportunidades.

6. “Toda vocación escolapia apunta al Reino de Dios”. Sabemos que el Reino de Dios es un don del Padre, que nos será dado según su voluntad. El Reino de Dios es el núcleo del Mensaje del Señor Jesús. Todos somos convocados a anunciarlo y a testimoniarlo. También las Escuelas Pías, que son, esencialmente, un “instrumento del Reino”. Calasanz engendró las Escuelas Pías convencido de que, a través de la educación integral de los niños y jóvenes, los escolapios podíamos acercar los valores del Reino al mundo en el que nos toca vivir.

Por eso, cuidar, fortalecer y enriquecer las Escuelas Pías es una “tarea de Reino”, apasionante y necesaria. Y por eso, discernir y cuidar adecuadamente las diversas maneras de vivir lo escolapio es también una tarea de la que somos responsables. Hagámoslo bien, en fidelidad a nuestro fundador y a lo que hoy nos pide la Iglesia y a lo que hoy necesitan los niños y jóvenes a cuyo servicio estamos dedicados.

7. “Construyamos, junto con tantas personas cercanas a nosotros, una renovada oferta vocacional escolapia”. Los Escolapios Laicos y Laicas que hoy viven entre nosotros y otras personas que se van preguntando sobre esta posible vocación también fueron jóvenes y se hicieron la pregunta por el querer de Dios sobre sus vidas, como nos la hemos hecho los religiosos escolapios. Por eso es importante que impulsemos una pastoral capaz de suscitar preguntas en el alma de los jóvenes, seguros de que no se descubre la vocación y luego se vive. Es al revés. Se vive y por eso se descubre.

Si un joven quiere descubrir lo que Dios quiere de él, debe vivir según lo que sabe que Dios quiere de él. No hay otro camino. El joven que reza, que perdona, que trabaja, que se forma, que comparte, que es feliz haciendo felices a los demás, que se entrega por los pobres, que trabaja por los demás, que no piensa en sí mismo, ese joven y sólo ese joven, descubre lo que Dios quiere de él y le pone nombre, lo define. Y lo hace porque lo está viviendo. Sólo necesita decidir cómo quiere vivir, toda su vida, lo que está viviendo ya. Construyamos con nuestros jóvenes unas Escuelas Pías más convocantes y más misioneras.

Estoy convencido de que en muchas de nuestras presencias y demarcaciones hay un contexto maduro para que las personas que viven y crecen entre nosotros puedan dar pasos definidos de entrega vocacional y puedan ser acompañados en su proceso. Nuestras comunidades religiosas, al igual que las comunidades de la Fraternidad, deben trabajar su propia madurez para plantear, en el seno de los procesos pastorales y de la propia Fraternidad, la apertura a todas las vocaciones escolapias, ojalá de nuevos religiosos escolapios y también de escolapios laicos y laicas.

8. “Hay dinámicas que acompañan este tipo de vocaciones”. Permiten que se planteen y ayudan a su progresivo desarrollo y a que no se despisten Y lo contrario: hay dinámicas que las desaniman y las ignoran. Todo lo que significa impulso de la Cultura Vocacional; el desarrollo de la formación calasancia de los jóvenes y de los educadores; el crecimiento y valoración del espíritu de misión y de la mentalidad de pertenencia a la Orden; la escucha atenta y disponible de los descubrimientos e inquietudes de las personas; la cada vez mejor ubicación de la Fraternidad y del laicado escolapio en la vida y misión de las demarcaciones; los proyectos de presencia escolapia en la que cada vocación y cada comunidad encuentra su espacio; los foros de reflexión y de discernimiento, a nivel de demarcación y de Orden, pensados desde la participación ordenada y sinodal de las personas corresponsables, etc. Todas estas dinámicas, y unas cuantas más que entre todos podemos impulsar, ayudarán, sin duda, en el camino que estamos emprendiendo.

9. “Una vocación que podemos impulsar”. Después de la experiencia que vamos teniendo, pienso que es ya tiempo de plantearnos la integración jurídica de personas laicas que ya viven la integración carismática, en aquellas Demarcaciones y Fraternidades que se sientan con ánimo de hacerlo. Dar a luz una vocación siempre es una aventura. Pero es una aventura de Evangelio. Como es lógico, habrá diversos modos de establecer el vínculo jurídico de estas personas con la Provincia, y serán diversos los aspectos que habrá que tener en cuenta. Entre ellos, cito algunos: la disponibilidad para la Orden, la vocación comunitaria, el estilo de vida cristiano claro y consistente, la vivencia del carisma calasancio, el compartir económico, la formación común, la vivencia de la oración y de la Eucaristía, etc. La garantía, si es que se puede hablar así, de la claridad de los vínculos que se establezcan, la dará el discernimiento y aprobación de la Orden.

10. “Ven y sígueme”. La llamada de Jesús, expresada con esta sencilla pero formidable frase, sigue abierta, sigue en marcha. Jesús sigue esperando seguidores de su proyecto, apóstoles de su Reino y hermanos y hermanas de la comunidad cristiana. La Orden siempre se ha sentido corresponsable de esta llamada. Buscamos con afán, no por nosotros, sino por el bien de los niños y jóvenes, que siga aumentando el número de jóvenes que desean asumir plenamente la vocación religiosa que Calasanz engendró en la Iglesia. Pero, con un afán similar, buscamos acompañar las búsquedas vocacionales, honestas y generosas, de tantas personas que, desde su condición laical, quieren encarnar también, de modo definido y estable, el carisma escolapio. Unos y otros, todos, sólo serán consistentes si son respuestas al Señor que llama, y si estas respuestas se configuran en torno al único centro de toda vocación: Cristo Jesús, el Señor.

Recibid un abrazo fraterno.

P. Pedro Aguado Sch. P.

Padre General

Anuario 2019-20. Consolidación y Expansión de las Escuelas Pías

Uno de los objetivos fundamentales de un anuario es reflejar la vida. A todos nos ayuda poder ver, en una publicación, la vida que ha ido creciendo entre nosotros a lo largo de los últimos tiempos. Este anuario de las Escuelas Pías lo hace con mucha claridad, porque está destinado a compartir los diversos procesos de consolidación y expansión vividos por la Orden en estos años.

A través de la lectura de estas páginas podrás conocer los esfuerzos realizados en cada demarcación escolapia por seguir construyendo el sueño de Calasanz. Podrás conocer cómo evolucionan nuestras presencias, tratando de consolidar nuestro servicio educativo y pastoral, y podrás también compartir la lucha y el esfuerzo vivido por los fundadores para sacar adelante una nueva presencia escolapia.

Para ver el ANUARIO 2019-20 pulse el siguiente enlace https://scolopi.org/wp-content/uploads/2021/02/anuario-scolopi-2019-20-web.pdf

Un ministerio insustituible

El Ministerio escolapio, definido por Calasanz como insustituible, será el tercer núcleo importante sobre el que queremos trabajar en el próximo Capítulo General, junto con los dos que han sido objeto de mis anteriores cartas fraternales (“la construcción de la Orden” y “El escolapio que necesitamos”) y el cuarto al que me referiré en el próximo, si Dios quiere (la centralidad de Jesucristo). Calasanz pone en el Monumento al Cardenal Tonti de la siguiente manera.“Y entre estos últimos está la Obra de los Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, con un ministerio insustituible, en opinión común a todos, eclesiásticos y laicos, príncipes y ciudadanos, y quizás el principal por la reforma de costumbres corruptas; un ministerio que consiste en la buena educación de los niños, ya que de ella depende todo el resto del buen o mal vivir del futuro hombre ”. [1]

Hay una variedad de puntos de vista desde los que podemos acercarnos a las claves de nuestro ministerio escolapio. Sin duda, el Capítulo General tendrá la oportunidad de profundizar en varios de ellos. Me gustaría centrarme, en esta breve reflexión, en tres aspectos que creo que son muy importantes para mí.

El primero es precisamente el adjetivo que Calasanz utiliza para referirse a nuestro ministerio: “ insustituible”. He pensado mucho en esta afirmación. Y creo que tiene un significado muy profundo.

Algunas personas pueden pensar que la misión educativa que realizan las Escuelas Pías tiene sentido mientras los Estados no asuman plenamente el deber de garantizar la educación a las generaciones jóvenes. Según esta visión, la propuesta de Calasanz nacería con una “mentalidad de repliegue”, hasta que otros organismos asumieran el desafío de la educación.

Nada más alejado de la realidad. Ni Calasanz, ni muchos otros fundadores de congregaciones religiosas dedicadas a la educación tomaron sus decisiones desde una mentalidad alternativa. Todo lo contrario. Querían dar una respuesta integral a una necesidad integral. Nuestro proyecto educativo nunca dejará de ser imprescindible, porque nunca antes, ahora o en el futuro, será asumido plenamente por los estados. La escuela escolapia tiene algo más,y debe aportarlo. El Colegio Escolapio debe creer en su proyecto y ofrecerlo sin duda y con convicción, por el bien de los niños y los jóvenes. Por eso es fundamental el trabajo conjunto de todos los que creen en esta propuesta educativa. Esa es la única forma en que seguirá adelante. Todavía hay muchos niños y adolescentes sin escolarizar y muchos más que necesitan una escuela que realmente funcione como tal. Y siempre será necesario tener una escuela que evangelice la educación, que los acerque a Cristo, que apueste por los pobres, que huela a Reino de Dios. Esto no lo ofrece ningún plan de estudios oficial.  

Calasanz nos enseñó a creer en lo que estamos llamados a aportar. Creer no solo teóricamente, sino también comprometido, como creen los creyentes. Creer para entregarnos a lo que creemos. Creer es trabajar por ello, por un proyecto audaz de la Escuela Escolapia. Sin tener miedo a las dificultades que puedan surgir.

Creer en nuestro proyecto, sin degradarlo ni disolverlo en el mercado educativo, para dar respuesta a las expectativas, y convocar a todos a un proyecto común, liderándolo tanto como sea necesario.

Creer en nuestro propio proyecto significa que -aunque debemos saber posicionarnos en cada contexto- no lo adaptamos a las demandas, sino que lo ofrecemos como algo valioso, de tal manera, por supuesto, que se pueda recibir. y bienvenida. Lo ofrecemos como un servicio humilde, pero con convicción.

Porque creemos, invitamos a otros a este proyecto. El mundo, los niños, los jóvenes necesitan educadores convencidos, necesitan religiosos escolapios, necesitan pastores dedicados, necesitan padres convencidos. Llamar es una tarea extraordinaria. No es egocéntrico. No hay nada más comprometido con el ser humano que llamar a ser educadores. No basta con dar nuestra vida por la educación, debemos buscar a otros que lo hagan después de nosotros. Esta es una de las buenas enseñanzas de Calasanz. 

A veces da la impresión de que no tenemos un proyecto. O que nos contentamos con cumplir con los requisitos de la legislación de cada país. Hay gente en nuestras instituciones que piensa que la nuestra trae muy poca novedad y que, si nos vamos, no pasa nada. Al contrario, hay que decir que dejar una escuela es algo que no podemos permitirnos, ni estar en ella sin trabajar por su futuro, por su crecimiento, por su consolidación.

Hay un segundo punto de vista desde el que quiero referirme a nuestro ministerio, y no es otro que el contexto provocado por el Papa Francisco llamando a toda la sociedad a “ Reconstruir el Pacto Educativo Global ”.

Desde el momento en que el Papa nos convocó a este formidable desafío, he estado colaborando en algunos equipos, especialmente desde la coordinación de las respuestas que podemos dar a las distintas congregaciones religiosas que se dedican a la educación. Me gustaría ofrecerles un resumen de lo que está en juego en este tema del PACTO EDUCATIVO GLOBAL.

Como punto de partida, el Papa cree que hay que “ reconstruir ” el pacto educativo, porque hay importantes fracturas que debemos reconocer y afrontar, especialmente tres: entre la persona y Dios; luego, la de las relaciones humanas en su diversidad (la relación con quien es diferente a mí) y, finalmente, la de la persona con la naturaleza. Estas tres fracturas solo se pueden superar mediante la educación. Por eso es necesario un pacto global para abordarlos y permitirnos luchar por un mundo diferente.

El itinerario desde el que se aborda este trabajo de reconstrucción del PACTO EDUCATIVO GLOBAL contempla diversos encuentros y foros de reflexión, la definición de algunos núcleos centrales desde los que articular el proceso del Pacto, y opciones preferenciales desde las que avanzar. Dejo de lado la referencia a las distintas reuniones, cuya información es pública y está disponible para todos, y me refiero a los núcleos y opciones.

Los cuatro ejes centrales desde los que queremos trabajar han quedado claros: la dignidad y los derechos humanos; ecología integral desde la perspectiva de Laudato Si ‘; paz y ciudadanía; solidaridad y desarrollo. Las tres opciones desde las que conducir todo el proceso en estos núcleos también son claras. Hay tres: poner a la persona en el centro; impulsando todos los procesos que ayudan a la persona a crecer; educar al servicio del bien común de todos los seres humanos.

Creo que no estamos ante una serie de hechos más o menos interesantes, sino ante un formidable proceso de repensar la educación y ponerla en marcha, como clave para un mundo mejor, de una sociedad más justa y fraterna. Para nosotros, escolapios, hijos e hijas del fundador de la escuela popular cristiana, es fácil comprender este proceso, porque llevamos cuatro siglos trabajando en él y porque sabemos desde el inicio de nuestra historia escolapia que “ si desde En la infancia el niño está diligentemente imbuido de piedad y en las letras, se puede prever un curso feliz de su vida, con fundamento [2] , y que “ de la cuidadosa educación de los niños depende la reforma de la sociedad”. [3] Por eso nuestro ministerio es«insustituible». [4] Calasanz lo expresó sublimemente en uno de los párrafos más conocidos de su Memoria al Cardenal Tonti: “ Muy meritorio, por establecer y aplicar con plenitud de caridad en la Iglesia, un remedio preventivo y curativo del mal, inductivo e iluminador para bueno, destinado a todos los niños de todas las condiciones – y por tanto a todos aquellos que pasan primero por esa edad – a través de letras y espíritu, buenas costumbres y modales, la luz de Dios y del mundo. [5] «

Me gustaría invitarlos a todos a ser parte de este desafío propuesto al mundo por el Papa Francisco. Estemos atentos al proceso y busquemos nuestras mejores formas de participar en esta tarea universal de reconstrucción del pacto global por la educación. Estamos ante un desafío que ya ha sido iniciado, proféticamente, por Calasanz, y en el que hoy podemos y debemos seguir dando lo mejor de nosotros. Sabemos que la situación actual no es fácil. Pero por eso es más urgente.

Y el tercer aspecto desde el que quiero abordar la reflexión sobre nuestro ministerio tiene que ver con algunas apuestas que hemos hecho como Orden y que debemos profundizar. Son muchos de ellos, pero solo voy a mencionar cinco de ellos.

El primero es mantener nuestras escuelas.Tenemos que ser realistas: tenemos escuelas en crisis. La pandemia de COVID-19 ha llevado a una situación en la que la sostenibilidad no está garantizada para algunas de nuestras escuelas. Esta es la realidad. Vamos a tener que recorrer un camino difícil, en el que tendremos que tomar decisiones complicadas, para que podamos sostener algunas de nuestras escuelas hasta que la situación mejore y podamos volver al estado prepandémico, si podemos. Necesitamos hablarnos claramente, pero también debemos animarnos a luchar, como Orden, por nuestras obras. Las cosas no son fáciles, especialmente en algunos contextos que han sufrido especialmente la pandemia, como nuestras provincias americanas. Hace unos meses ni siquiera me habrían tolerado esta apuesta de “mantener nuestras escuelas”. Pero el escenario que tenemos nos obliga a tomárnoslo muy en serio.

Hay una segunda apuesta apasionante que estamos haciendo en relación a nuestro ministerio: el proceso sinodal y el Movimiento Calasanz. El Sínodo escolapio que vivimos y el trabajo sostenido para consolidar el Movimiento Calasanz en todas las Escuelas Pías abre nuevas “ ventanas de misión y nos plantea nuevos retos. Estoy seguro de que nuestro Capítulo General, que contará con la presencia de algunos jóvenes en los últimos días de trabajo, nos dará pistas sobre todo esto. Entre estos desafíos, podemos citar algunos que ya aparecen con fuerza: qué tipo de escolapios necesitan los jóvenes de hoy; qué propuestas de corresponsabilidad en la misión se deben construir con los jóvenes; qué testimonio debemos ofrecerles; qué calidad en las claves del Movimiento Calasanz debemos garantizar; qué dinamismos vocacionales debemos promover; qué procesos de fe podemos y debemos acompañar, etc.

La tercera apuesta tiene que ver con la innovación educativaen nuestras plataformas educativas. Todos estamos trabajando aquí. Solo quiero nombrar la principal preocupación que percibo entre los responsables de nuestro ministerio: la innovación, sí, pero desde quienes somos, desde nuestra identidad. Este es el desafío de las Escuelas Pías. Estamos inmersos en un proceso de profunda innovación. Somos conscientes de que nada puede ser igual durante mucho tiempo, y que debemos saber estar en el mundo en que vivimos y en el que vendrá. Sabemos que el verdadero escolapio es el que prepara a sus alumnos para saber vivir en un mundo que aún no existe pero los empodera para crearlo y transformarlo. Por eso creemos en la innovación. Pero la verdadera innovación, desde cuya perspectiva estamos hablando, sólo puede hacerse partiendo de nuestra propia e indispensable identidad de quiénes somos y determinando, con cierto discernimiento, cuáles son los vectores esenciales desde los que queremos innovar nuestra escuela. Luego, una vez que hayamos cambiado los vectores, vendrán métodos y recursos.

La cuarta apuesta la plantea directamente el propio proceso del Pacto Global por la Educación, y podemos sintetizarlo así: educar para la ciudadanía global, con una fuerte inspiración en las propuestas de la encíclica Laudato si ‘del Papa Francisco. Incluso hay un concepto que ya se está acuñando, y es la ecoeducación.concepto. Nuestras escuelas tienen un proyecto educativo claro y basado en el evangelio. Sabemos lo que queremos. Lo damos a conocer. Intentamos que sus claves impriman el trabajo diario de los educadores. Buscamos que lo conozcan las familias. Lo convertimos en propuestas educativas desafiantes para nuestros alumnos, y tratamos de acompañar adecuadamente su proceso de crecimiento integral como personas. Pues bien, a esta necesidad de tener un proyecto claro, asumido y compartido, hay que sumar hoy una certeza muy clara: entre los ejes de este proyecto debe estar el desafío de educar para una ciudadanía global y en la conciencia de la importancia de la ecología integral. . Este compromiso debe estar en el corazón de nuestro proyecto, si queremos ser fieles a lo que la Iglesia nos propone y a lo que nuestro mundo necesita: jóvenes comprometidos con la construcción de un mundo mejor, para ellos y para las generaciones futuras.

Y la quinta apuesta a la que quiero referirme es profundamente calasanctiana, y Nuestro Santo Padre lo dejó escrito en sus Constituciones:   cuidar con esmero nuestra misión . Muy bello es el texto de Calasanz:   “Si nuestro Trabajo se lleva a cabo con el debido cuidado, sin duda las insistentes peticiones de fundación continuarán en muchos estados, ciudades y pueblos, como se ha comprobado hasta el presente”. [6] Nuestro ministerio debe vivirse así: con cuidado y atención diaria. Clase por clase, reunión por reunión, proyecto por proyecto, alumno por alumno, día a día, todos los días. Sólo así vivimos en fidelidad la vocación escolapia. Es bueno recordarlo de vez en cuando. Para nosotros no hay calidad sin compromiso.

Recibe un abrazo fraterno.

P. Pedro Aguado Sch. pag.

Padre General

Reconstruir el Pacto Educativo Global. Seminario Internacional de Formación

El evento virtual del 15 de octubre que convocó el Papa sobre el Pacto Educativo solo fue el inicio de una serie de iniciativas que se están organizando para sumarse a esta corriente de vida que busca humanizar la educación.

La comisión de educación de la USG y la UISG; es decir, toda la Vida Religiosa, ha organizado un Seminario on-line del 12 al 14 de noviembre para saborear los desafíos que se proponen en el Pacto Educativo. Para ello, un grupo de 700 participantes hemos conversado con la ayuda de la metodología de “Indagación Apreciativa”, que usa el diálogo como herramienta para el cambio.

De las Escuelas Pías participamos los miembros del Secretariado de Ministerio y escolapios de la Provincia de Betania, Emaús, África del Oeste, Nazaret, México, Polonia, Italia y Austria.

Al organizar el evento, la comisión se planteó los siguientes objetivos:

1. Profundizar en el desafío de la reconstrucción del PACTO EDUCATIVO GLOBAL propuesto por el Papa Francisco.

2. Reflexionar sobre el papel de la Escuela Católica ante este desafío, buscando caminos comunes de trabajo en red.

3. Conocer el método Indagación Apreciativa, de alto interés para nuestras Congregaciones en sus procesos de análisis, discernimiento, planificación y toma de decisiones.

Abrió el Seminario el P. Pedro Aguado, en calidad de Presidente de la Comisión. Nos leyó una bellísima carta que había escrito el Papa Francisco con motivo de este evento internacional.

Es un honor para los escolapios que en la carta que escribió para este evento internacional cite a San José de Calasanz como pionero de la educación popular: “La Vida Consagrada ha estado siempre a la vanguardia de la tarea educativa. Ejemplo de ello es vuestro fundador, san José de Calasanz, que levantó la primera escuela de niños, pero también los religiosos que lo educaron en Estadilla y mucho antes los monasterios medievales que preservaron y difundieron la cultura clásica. De esta fuerte raíz, han surgido en todas las épocas de la historia distintos carismas que, por don de Dios, han sabido acomodarse a las necesidades y desafíos de cada tiempo y lugar. Hoy la Iglesia los llama a renovar ese propósito desde la propia identidad, y les agradezco que hayan tornado este testigo con tanto empeño y entusiasmo”.

Seguidamente, Monseñor Zani, secretario de la Congregación para la Educación Católica, dirigió unas palabras que nos animaban a darle vida al pacto Educativo desde nuestros carismas.

La dinámica de trabajo la llevó magistralmente Carmen Subirana, experta en la metodología de Indagación Apreciativa y directora del Instituto IDEIA. Por supuesto, con ayuda de un buen equipo de trabajo.

Después de una conferencia inicial para explicar bien la metodología de trabajo, se hicieron 7 grandes subgrupos por grupos lingüísticos. A su vez, en cada uno de ellos se formaron subgrupos de 8 personas para los diálogos.

El producto final fue una serie de declaraciones y pautas de acción sobre el Pacto Educativo, Un material extraordinario que deberá analizar la comisión de educación y decidir qué hacer con las conclusiones del trabajo.

Aunque el tiempo ha sido poco, ha sido un verdadero SINODO que ha comenzado a diseñar un proyecto global para nuestras escuelas. Esperamos con ansia las conclusiones para que nos puedan servir de inspiración a nuestras familias religiosas.

La llama está prendida en muchos. Deseamos que, como el fuego olímpico recorra todas nuestras obras educativas para que se muchos más educadores se sumen al hermoso proyecto de fraternidad universal impulsado por el Papa Francisco.

P. Javier Alonso, Sch.P.