A las directoras y a los padres titulares de los centros educativos de educación formal de Venezuela, y a todos los que hacen vida en nuestros centros educativos:

Un saludo cordial, en este día en el que iniciamos nuestro año escolar 2019-2020. Un año que se inicia con la mezcla de la ilusión y la esperanza, los miedos y temores, y las preocupaciones que caracterizan estos tiempos en el país.

Para todos es evidente que este año escolar se inicia con el reto de garantizar la calidad y la innovación de nuestros procesos pedagógicos y pastorales en medio de las dificultades sociales, educativas y económicas que enfrentan nuestros estudiantes y sus familias; nuestro personal directivo, docente, administrativo y de servicios, todos y cada uno de nosotros.

Comenzamos el año, y con él la incertidumbre de quiénes llegarán a nuestros colegios a trabajar, quiénes se han marchado del país o han desertado del sistema educativo, cómo habrán podido muchos paliar las necesidades básicas durante estas vacaciones, en vista de que durante este período algunas ayudas, como alimentos o medicamentos, no han podido llegar a todos. Iniciamos con el deseo de sortear las adversidades, de trabajar por la dignificación de la profesión docente y de todos los que hacen vida en nuestras instituciones, de animarnos en la construcción de la muy necesaria ciudadanía, y de promover procesos que fortalezcan la fe y la identidad eclesial y escolapia de todos.

Un año se inicia, con miedos y esperanzas. Como Iglesia, estamos llamados a acompañar a quienes gritan silenciosamente desde el sufrimiento de la carga impuesta, a quienes han perdido la fe y la esperanza, y a apoyarnos en quienes creen que las sociedades pueden transformarse en la medida en que seamos capaces de trabajar por proyectos educativos y pastorales que fortalezcan los valores que construyen sociedad.

Desde Caracas, mis mejores deseos, y la disposición de trabajar juntos por la “reforma de la sociedad”, valor inspirador de la obra calasancia y que hoy, más que nunca, requiere de nuestro mayor esfuerzo y dedicación.

A todos ustedes, que hacen vida en nuestros colegios, un saludo y agradecimiento en nombre de toda la Provincia, pues su trabajo se convierte en una labor casi voluntaria, sin mayores garantías que las de saber que estamos aportando nuestro grano de arena para la construcción del sujeto social que hace posible la República, y de la comunidad cristiana que da vida a la eclesialidad de nuestros centros.

Abramos nuestras escuelas, aun en medio de las dificultades, para que nuestros niños y jóvenes puedan encontrar en ellas un motivo para seguir adelante y para vivir a plenitud. Como pequeños oasis, nuestras escuelas deben estar abiertas para que todos, muy posiblemente sin el olor a cuadernos y uniformes nuevos, pero con la sonrisa y la alegría de nuestros pequeños, puedan encontrar vida, y vida en abundancia, como la que nos promete el Señor.

Dios les bendiga, y esperanzado inicio del año escolar 2019-2020