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Pedro Aguado, nuevo escolapio obispo de Huesca: “Sé de quién me he fiado”

En una cuidada ceremonia, el Padre Pedro Aguado fue ordenado obispo de Huesca en la catedral durante la mañana de hoy. En la celebración participaron más de una docena de obispos y presidió que presidió el cardenal João Braz de Aviz prefecto emérito del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Más de 70 religiosos escolapios se hicieron presente en la celebración y, entre los signos propios, destacó el beso de la reliquia de las sandalias de Calasanz que formaron parte del presbiterio y estuvieron presentes durante toda la eucaristía.

La celebración tuvo lugar en la misma catedral en la que San José de Calasanz recibió las órdenes menores y el subdiaconado los días 17 y 18 de diciembre de 1582, de manos del obispo oscense D. Pedro de Frago.

D. Vicente, arzobispo emérito de Zaragoza, dio la bienvenida al nuevo obispo y le animó a impulsar la tarea pastoral de esta “España vaciada” y sencilla , alejada del foco mediático y de las altas aspiraciones. El Papa León XIV también estuvo presente a través de un mensaje leído por Mons. Román Walczak, primer secretario de la Nunciatura de la santa sede en España, quien promulgó la bendición apostólica para todos los asistentes y oyentes. León XIV destacó en su comunicado la luz de una iglesia local, la oscense, rica en testimonios de santos y mártires que dieron su vida por la fe.

El cardenal João Braz de Aviz explicó en la homilía que Dios es amor. “Somos la habitación del padre del hijo y del Espíritu Santo, pues por el bautismo, estamos llamados al encuentro de todos, especialmente de los últimos, los abandonados. Y citó al papa Francisco, invitando a marchar a las periferias y oler a oveja. “La realidad nos demuestra que no es fácil establecer relaciones fraternas y gratuitas –descató en su intervención–, pero sí es posible tomando como modelo la trinidad, pues el amor verdadero nos hace despojarnos de nosotros mismos, y así nace la humildad, la escucha sincera y el diálogo”. Y puso en valor las palabras de Pablo que forman parte del nuevo escudo obispal: “Se de quién me he fiado”.

Además de la imposición de manos y de la unción de la cabeza, el nuevo obispo recibió el Evangelario, signo de enseñanza, el anillo, que representa la fidelidad a la Iglesia, la mitra, que simboliza la dignidad eclesial, y el báculo como pastor de pueblo. Finalmente, el presidente le ofreció ocupar el sillón, símbolo de la autoridad del obispo y de su magisterio.

Finalmente, Pedro dio las gracias, “es un sentimiento que me desborda” y recordó a todos y cada uno de los hermanos escolapios y de la familia calasancia, a los miembros de la Diócesis. En un discurso muy emotivo, también dio las gracias al Papa Francisco y al Papa León XIV que ha “decidido sucederle”, y nombró por supuesto a San José de Calasanz. Pedro destacó para esta nueva etapa la necesidad de “Caminar juntos”. La clave es caminar “con” y reconoció que “no estoy preparado para esto ni tengo un programa, y me alegro de poder decirlo, porque así podré aprender “con” vosotros. Mi opción –explicó– es aprender y caminar junto a vosotros como iglesia sinodal”. También compartió algunas convicciones, que Cristo es la respuesta a las grandes preguntas del ser humano y que la misión de la iglesia es dar testimonio humilde de estos: “Creo una iglesia sencilla, apostólica, misionera, sinodal, que no cree en sí misma, sino en aquellos a quienes es enviada, acogedora y abierta a todo el mundo”. Y recordó el lema de su obispado “sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio”.

Acerca de la Dócesis de Huesca

La Diócesis de Huesca tiene 4728 km² y extiende su jurisdicción sobre los fieles católicos de rito latino residentes en parte de la comunidad autónoma de Aragón, comprendiendo en la parte central-sur de la provincia de Huesca las comarcas de La Montaña (alrededor de la sierra de Guara), El Somontano (al sur de Guara, que es la zona más densamente poblada alrededor de Huesca) y Los Monegros, sin llegar a los Pirineos. Limita con la diócesis de Jaca al norte y al oeste; al norte y al este con la diócesis de Barbastro-Monzón; y al sur y al oeste con la archidiócesis de Zaragoza. El espacio actual del territorio de la diócesis se corresponde con ciudades, pueblos y aldeas que pertenecen en parte de las comarcas de Aragón de: Alto Gállego, Sobrarbe, Hoya de Huesca, Somontano de Barbastro y Los Monegros.

La sede de la diócesis se encuentra en la ciudad de Huesca, en donde se halla la Catedral de Jesús Nazareno, también llamada de Santa María y de la Transfiguración del Señor. En la diócesis existen 210 parroquias agrupadas en 6 arciprestazgos: Almudévar, Ayerbe, Huesca ciudad, Monegros, Sesa-Berbegal y Somontano-Sobrarbe.

¡Gracias, Papa Francisco!

A TODOS LOS RELIGIOSOS DE LA ORDEN LA GRACIA Y LA PAZ DE DIOS, NUESTRO PADRE

“Simón, he rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,32)

Queridos hermanos:

Como todos sabéis, en la mañana de hoy, lunes de la primera semana de la Pascua, ha fallecido el Papa Francisco. Con toda la Iglesia, nuestra Orden de las Escuelas Pías eleva a Dios, en este tiempo de Pascua, una oración de acción de gracias por la vida, el testimonio, el ejemplo y las enseñanzas del Papa Francisco. Y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, renovamos nuestro compromiso por hacer posible un mundo de fraternidad.

Quizá la palabra que expresa mejor lo que ahora sentimos en GRACIAS. Gracias a Dios, nuestro Padre, por el regalo del Papa Francisco. Y gracias al Papa por toda una vida de amor a Jesucristo, a la Iglesia y a la humanidad.

El Papa nos ha enseñado a entender mejor el mensaje del Señor. Entendemos con fe y esperanza por qué el Señor llamó bienaventurados a los pobres, a los limpios de corazón, a los misericordiosos, a los que luchan por la paz, a los mansos, a los que lloran, a los que son perseguidos, a los que tienen hambre y sed de justicia… Francisco nos ha enseñado a comprender y a vivir las bienaventuranzas. ¡Gracias, Papa Francisco!

Agradecemos al Papa su cercanía y amor por nuestra Orden, y tantas iniciativas y propuestas que nos han ayudado en el impulso de nuestra misión y en la vivencia de nuestro carisma. Quisiera recordar en este momento las últimas palabras que nos dirigió, que nos inspiran y nos exigen: “No teman aventurarse por distintos senderos de los ya recorridos en el pasado para poder responder a las necesidades de los pobres, incluso a costa de revisar esquemas y de redimensionar expectativas. Es en este abandono confiado donde se hunden sus raíces y, permaneciendo fieles a ellas, mantendrán vivo su carisma”1.

Según lo dispuesto en nuestra legislación (Reglas 97), invito a todas las comunidades escolapias a concelebrar una Eucaristía por el eterno descanso del Papa Francisco. Oremos también por nuestra Iglesia y por la persona, a quien no conocemos todavía, que nos será enviado próximamente como padre y pastor.

Recibid un abrazo fraterno y mis mejores deseos en este tiempo de Pascua.

P. Alex Djoussé Sch.P.            P. Pedro Aguado Sch.P.

Secretario General                  Padre General

Roma, 21 de abril de 2025, en la celebración de la Pascua del Señor

Enlaces Coedupia 2025

El pasado viernes 14 de marzo culminó Coedupia 2025 realizado en Hungría, y en el discurso de clausura, el P. General Pedro Aguado agradeció el trabajo en estos días. “Somos diversos, y tratamos de dar lo mejor de nosotros mismo a nuestros chavales, hacemos propuestas diversas pero en todas ellas se identifica a Calasanz. Disfruten de ser regalo de dios para los niños”, explicó en su intervención. Tenemos un proyecto bueno entre manos, –destacó– y son apasionantes las prácticas compartidas identificadas con los más vulnerables. Para el P. General, el congreso en sí mismo es el mensaje: “cuando nos convocamos y lo preparamos juntos somos capaces de hacer algo bueno y significativo, solo en equipo podemos crear algo mejor”. Y destacó los “regalos” de este encuentro: el testimonio de los propios chavales que han pasado, una provincia apasionada por la escolapiedad, la eucaristía compartida, el baile con los pequeños con, las historias compartidas, las redes que hemos ido tejiendo, las nuevas relaciones…

“Queremos responder al joven de hoy desde lo que él vive, pero ayudándole a comprender que ni él ni sus deseos son lo central, sino que hay algo más grande que él. Porque queremos a los jóvenes queremos que descubran todo lo bueno que hay en su corazón y darle lo que necesita para ser todavía mejor”, afirmó el P. Pedro.

El carisma de Calasanz vibra en cada rincón de las Escuelas Pías y por eso necesitamos encuentros como este, el carisma es más grande que uno mismo, por eso nos puede transformar y necesitamos seguir descubriéndolo. “Calasanz es además de actual, necesario”. Los niños siguen necesitando educadores que crean en ellos, porque desde ahí podemos acompañarlos para que sean personas que puedan transformar el mundo. “No se me ocurre labor más apasionante y novedosa”, concluyó el P. General.

De nuestra Demarcación participaron: P. Oscar García, Sonia Ferreira y Carmen Crespo, junto a otro monto de escolapios, religiosos y laicos extendidos en 43 países. Queremos compartir los enlaces de videos y resumenes, tomadas de los sitios web oficiales.

Y, por supuesto, en la web propia de Coedupia en https://coedupia.com/coedupia2025/

El papa Francisco, a la Familia Calasancia: “No teman aventurarse por distintos senderos para responder a las necesidades de los pobres”

“El estilo educativo integral es un ‘talento carismático’ importantísimo que Dios les ha confiado, para que lo aprovechen al máximo de sus capacidades, para el bien de todos”. Con este elogio y encargo remató esta mañana el papa Francisco las palabras que dirigió a los responsables de la Familia Calasancia, que aglutina a todas las congregaciones vinculadas al santo español José de Calasanz.

Con el superior general de las Escuelas Pías al frente, Pedro Aguado, el Pontífice se encontró en el Palacio Apostólico con los superiores y superarías de Escolapias, Calasancias, Cavanis, Voorselar, del Provolo, Suore Calasanziane y Kalasantiner. Todos ellos se reúnen estos días en Roma para celebrar los 75 años de la constitución como tal de la Familia Calasancia. Además, en este foro, tal y como subrayó el propio Francisco se ha convocado en vistas del centenario de la muerte de dos de sus fundadores, san Faustino Míguez, fundador del Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora, y la beata Celestina Donati, fundadora de las Hijas Pobres de San José de Calasanz.

Ángel custodio

Con este punto de partida, Jorge Mario Bergoglio se detuvo en el perfil del “patrono universal de todas las escuelas populares cristianas del mundo”. Al repasar su trayectoria, recordó que “el Señor le inspiró el dedicar su vida a la educación de los jóvenes, especialmente de los pequeños y los pobres”. De la misma manera, hizo hincapié en cómo el sacerdote nacido en Peralta de la Sal en 1557 le gustaba definir la misión del maestro como “ángel custodio”.

A partir de ahí, y sabedor de que la Familia Calasancia está hoy presenta en cuatro continentes, Francisco invitó a los presentes en la audiencia a adentrarse en dos rasgos claves de Calasanz como hoja de ruta para hoy: “la valiente docilidad a la Providencia” y “la atención al crecimiento integral de la persona”.

Abandono confiado

“No teman aventurarse por distintos senderos de los ya recorridos en el pasado para poder responder a las necesidades de los pobres, incluso a costa de revisar esquemas y de redimensionar expectativas”, dijo el Sucesor de Pedro a los superiores generales al referirse a esa valiente docilidad. A renglón seguido, subrayó que “es en este abandono confiado donde se hunden sus raíces y, permaneciendo fieles a ellas, mantendrán vivo su carisma”.

Catequistas escolapios

Para argumentar esta invitación, el Papa se detuvo en el giro de guion de la propia vida de Calasanz, cuando los niños de un empobrecido Trastevere cambió sus planes de tener “una carrera eclesiástica”. “Así nacieron las Escuelas Pías; no tanto de un programa definido y garantizado, sino de la valentía de un buen sacerdote que se dejó interpelar ante las necesidades del prójimo, allí donde el Señor se las puso por delante”, ensalzó Francisco.

Nuevas formas de pobreza

Fue entonces cuando instó a los superiores generales calasancios “mantener en sus decisiones la misma apertura y disponibilidad, sin calcular demasiado, venciendo temores y titubeos, especialmente frente a las nuevas formas de pobreza de nuestro tiempo”.

Junto a este afortunado atrevimiento, el Pontífice buceo por rasgo identitario de la escuela calasancia: integrar “formación espiritual e intelectual para preparar adultos maduros y capaces”. “Fue una decisión profética en aquellos tiempos, plenamente válida también ahora”, remarcó Bergoglio.

Sentir, pensar, hacer

En este punto, Francisco echó mano de una de sus recurrentes reflexiones a la hora de hablar del acompañamiento y la labor educativa, esas tres inteligencias de la cabeza, el corazón y las manos: “Para que se piense lo que se siente y se hace, se sienta lo que se piensa y se hace y se haga lo que se siente y se piensa”.

El Papa compartió cómo “hoy es sumamente urgente ayudar a los jóvenes a hacer este tipo de síntesis, a ‘integrarse’ en sí mismos y con los demás, en un mundo que, en cambio, los impulsa cada vez más en la dirección de la fragmentariedad de los sentimientos y los conocimientos, y el individualismo en las relaciones”.

Relaciones personales

En tono distendido, dejando los papeles a un lado, Francisco encargó a sus interlocutores en que insistan “en las relaciones ‘normales’, mirándose a los ojos y no las relaciones virtuales a través del teléfono móvil”. A partir de ahí, desveló la historia de un obispo que le relataba un almuerzo en un restaurante un domingo con sus primos: “En la mesa de al lado había una familia: papá, mamá, hijo e hija, los cuatro con los teléfonos móviles, no hablaban entre ellos. El obispo, muy imprudente, se levantó, se acercó y les dijo: ‘Miren, qué bonita familia, pero ¿por qué hablan con el teléfono? ¿Por qué no hablan entre ustedes, que es mucho más bonito?’. Lo oyeron, lo ‘mandaron al diablo’ y siguieron hablando así. Es terrible esto, una falta de humanidad”.

Antes de despedirse del grupo, el Obispo de Roma dejó caer la importancia de aterrizar la sinodalidad hoy desde la corresponsabilidad en misión compartida. O dicho de otro modo, Francisco animó a la a Familia Calasancia a “caminar juntos”. “Me alegra mucho ver cómo todos ustedes —hombres y mujeres, consagrados, consagradas y laicos—, a la escucha del Espíritu, han percibido la exigencia de “ser familia”, de unir sus esfuerzos y compartir sus experiencias en una red de caridad, para el servicio de los hermanos”, enfatizó. Es más, Francisco concluyó diciendo que este es “el estilo de Jesús” y “el estilo de la Iglesia”.

Ser educadores al estilo de Calasanz

Escribo esta carta fraterna pensando en los miles de educadores y educadoras de nuestras escuelas y del conjunto de nuestras obras escolapias, buscando ofrecer algunas reflexiones que les ayuden en el precioso reto que les planteamos: crecer en su identidad con la propuesta escolapia y con el carisma recibido, vivido y transmitido por Calasanz. No hay duda de que ésta es una de las apuestas centrales de la Orden: que las personas que impulsan nuestra misión se identifiquen crecientemente con las claves desde las que la comprende la Orden.

Soy consciente de la enorme variedad de contextos en los que trabajamos, y la diversidad de modos desde los que se entiende, por ejemplo, la experiencia religiosa. Pero he optado por presentar una reflexión que trate de plantear, de modo integral, las claves desde las que los escolapios comprendemos nuestra identidad. Lo hago porque es bueno que las personas que dedican lo mejor de su tiempo a nuestra misión tengan claro lo que nos mueve y nos identifica. Corresponderá a quienes están en cada contexto ver de qué modo pueden proponer -y acompañar- estas opciones.

1-El centro de nuestra propuesta educativa escolapia.

Es importante tener claro el centro de todo lo que vivimos y hacemos. La mejor formulación que encuentro para expresar ese centro está en Mc 9, 37: “El que acoge a uno de estos niños en mi nombre me acoge a Mí”. A veces tengo la impresión de que nos falta pensar en profundidad esta afirmación del Señor:  en ese niño que está en mi escuela, en ese joven que está en mi grupo de pastoral, en ese muchacho o muchacha que lucha día a día por crecer, en ese niño muchas veces pobre y desvalido, en ese niño está Jesús. Más aún, ese niño es Jesús. Y quien le acoge, en el nombre de Jesús, es a Cristo a quien acoge.

Respetando profundamente, como no puede ser de otro modo, las posiciones religiosas de cada uno, no podemos dejar de transmitir la perspectiva desde la que el educador escolapio educa: en el nombre de Cristo, acogiendo a Cristo. Por eso, y especialmente por eso, nuestra vocación es extraordinaria, superior a nuestras propias fuerzas y diferente a cualquier otra vocación o visión de la educación. Para el maestro escolapio, para las instituciones educativas escolapias, para las Escuelas Pías, la Educación es una Misión encomendada por el Señor y sostenida por Él. Es precioso el reto de acompañar la fe de nuestros educadores. Hemos de buscar modos diversos para hacerlo, porque -os lo aseguro- lo necesitan y lo esperan.

2-El proyecto educativo de Calasanz.

Es imposible sintetizar en pocas líneas el proyecto educativo calasancio. Voy a tratar de hacerlo, inspirado en nuestra tradición y en las opciones básicamente consolidadas desde las que estamos caminando. Creo que podemos sintetizar el proyecto educativo de Calasanz en siete puntos fundamentales

  1. Un centro: el niño. Esto es clave para nosotros, y está claramente recogido en el documento institucional dedicado a los “elementos de identidad calasancia[1]
  2. Una convicción, que la Iglesia reconoce como un carisma: si un niño o una niña se encuentran con un educador auténtico que es capaz de hacerles crecer desde lo mejor de sí mismos y desde la propuesta del Evangelio, ese niño o esa niña crecerán como un hombre o una mujer de bien, capaz de trabajar por un mundo mejor. Este es el carisma de Calasanz, que buscaba “el feliz transcurso de su vida”[2].
  3. Un proyecto educativo: educar, desde la fe, en todas las dimensiones, contextos y tiempos de la vida del niño. Calasanz articuló su carisma desde un proyecto. No se quedó en la idea, sino que la desarrolló para hacerla viable y real. Somos portadores de un proyecto.
  4. Un medio privilegiado: la escuela popular cristiana para todos. Esta fue la opción de Calasanz. Ciertamente, la Orden lleva adelante el proyecto calasancio desde diversas plataformas, no sólo la escuela. Pero tenemos claro que la escuela es el medio privilegiado desde el que lo impulsamos[3].
  5. Una apuesta: los mejores métodos. Buscar los mejores métodos para llevar adelante el proyecto calasancio es algo fundamental para nosotros, como educadores. Por eso creemos en la innovación, pero en una innovación desde nuestra identidad.
  6. Un “secreto”: educadores identificados. Nada de esto puede funcionar si quienes tratan de llevarlo adelante no están identificados con el proyecto. La identidad consiste en vivir procesos de identificación. No se llega nunca a la plenitud. Pero algo que tenemos muy experimentado es que la identidad consiste en tratar de identificarse con el proyecto a lo largo de la vida.
  7. Una institución. Calasanz fundó las Escuelas Pías. Quiso dotar a su carisma y su proyecto de una institución que lo garantizara y que generara todos los procesos que lo hacen posible: las Escuelas Pías. Lo que hemos de intentar hacer, siempre, es seguir construyendo Escuelas Pías, desde las diversas vocaciones que el Espíritu suscita.

3-El educador escolapio que quiere ser mejor educador escolapio.

Quisiera ofrecer algunas pistas sencillas que puedan ayudar a nuestros educadores en su camino de identidad.

  1. Creer en el proyecto escolapio. Es formidable dedicar la vida a un proyecto más grande que tú mismo. Es genial trabajar en un proyecto en el que crees, porque ves que es necesario y te apasiona. Y es el único modo de vivir el trabajo como vocación. La condición de posibilidad es la autenticidad.
  2. Buscar y vivir procesos generadores de identidad vocacional. La identidad no es algo teórico que se aprende en un curso; es el progresivo resultado de un proceso de identificación. La clave está en el deseo de crecer y en dar pasos que me ayuden. La identidad provoca conversión, cambio. El proceso de identificación de los educadores con la identidad de nuestra Escuela, si no provoca cambios, si no supone consecuencias, si no se concreta en procesos de renovación, en descubrimientos, en grupos desde los que compartir, en experiencias, en avances vocacionales, no existe. No podemos aceptar “barnices superficiales de identidad”. Nos jugamos la sostenibilidad integral de las escuelas.
  3. Colaborar en la construcción del “alma calasancia del colegio”. El alma del colegio es el espacio humano y escolapio en el que disfrutamos de lo que somos. Hay muchos procesos que estamos impulsando que tienen que ver con el “alma de la escuela”: la Fraternidad, la Misión Compartida, la Comunidad Cristiana Escolapia, la Oración Continua, el Movimiento Calasanz, los diversos proyectos de formación de educadores que impulsamos, etc. Todo ello busca generar alma, y alma compartida.
  4. Poner al niño y al joven en el centro. Esta decisión cambia completamente nuestra vida y nuestro modo de ejercer nuestro ministerio educativo. Es lo que transforma en vocación nuestro trabajo. Como Calasanz, que fue hecho escolapio por los niños. La prioridad son sus desafíos, sus preguntas, su futuro, su vida. Y esto tiene que ver incluso con nuestra oración, con nuestra preparación, con nuestra dedicación, etc.
  5. Educadores dispuestos a aprender. Este es el gran desafío que tenemos todos. Yo al menos lo siento así, y lo siento en mí. Tengo que llevar adelante mi trabajo de un modo para el que no fui entrenado. Y es muy posible que esto nos pase a todos. Necesitamos educadores que no tengan miedo a explorar. Educadores que asumen que cada día es nuevo, y que buena parte delo que aprendieron en sus años de formación está ya superado por sus alumnos. Pero quieren seguir aprendiendo.
  6. Educadores que desean trabajar en equipo. Educadores que buscan juntos. Quizá estemos ante uno de los retos más fuertes de nuestras escuelas: generar cultura de trabajo común, de pensar juntos por el bien de los alumnos que tenemos encomendados. Hay mecanismos para aprender a trabajar en común, pero una tentación en el fondo de todo educador: creer que lo puedo hacer todo solo. Y no se puede. Por eso Calasanz dejó claro que una escuela funciona si la comunidad funciona. No hay otra manera. 

4- ¿Qué Escuelas Pías necesitan nuestros educadores?

Nuestros educadores crecerán en identidad si las Escuelas Pías en las que viven y trabajan son crecientemente dignas del fundador. Es claro que este tema daría para un libro, pero me atrevo a describir esas Escuelas Pías que nuestros educadores buscan. La Orden tiene que asumir que no sólo ella espera que los educadores crezcan y sean mejores cada vez, sino que los educadores también esperan que la Orden dé pasos de mayor capacidad de vida y misión escolapia, Y, sobre todo, esto es lo que esperan de las Escuelas Pías. Trataré de nombre a lo que tratamos de vivir en las Escuelas Pías y que es especialmente apasionante y convocante para nuestros educadores.

  1. La clave “integral”. La escuela escolapia es una respuesta integral a una necesidad integral. No es una opción de suplencia; es portadora de pleno sentido en cualquier contexto. Pero sólo si es, en verdad, integral.
  2. La escuela “a pleno tiempo”, más allá de la escuela. Es una clave que se deriva directamente del concepto de educación integral. Nuestra escuela está abierta, el patio está siempre lleno de alumnos, las familias participan, los locales son centros de actividad, la capilla está siempre frecuentada, nuestra casa está abierta… esta es la escuela escolapia.
  3. El reto de innovar desde lo que somos. La identidad provoca innovación, porque ésta pertenece a la visión desde la que Calasanz engendró la escuela. Siempre abierto a lo nuevo, para llevarnos a lo central.
  4. La capacidad de convocar. No nos confirmamos con hacer bien el trabajo. Buscamos convocar a otros a hacerlo, a continuarlo, a extenderlo. Buscamos generar educadores. Intentamos generar contextos de corresponsabilidad. Esta es nuestra dinámica. Nuestra escuela se hace con personas comprometidas con ella y crecientemente identificadas.
  5. La comunidad cristiana escolapia. Trabajamos por escuelas con alma, con espacios en los que la fe convoque, en los que oremos, en los que celebremos, en los que encomendemos, en los que enviamos. Nuestras escuelas tienen un alma que palpita, y es un alma compartida, como la misión. Como he dicho más arriba, no puede haber Misión Compartida sin Alma Compartida.
  6. La pastoral. Es un tesoro central. La oración, la celebración, la formación en la fe, la acogida a todas las personas sea cual sea su postura religiosa, los procesos continuos de vida y de fe, los grupos, los campamentos, los retiros, los compromisos, los campos de trabajo, el acompañamiento espiritual, la pastoral vocacional, etc.
  7. Los pobres. Los preferidos del Señor. Los que nos evangelizan. Los que nos cambian. Aquellos en cuya dirección educamos. Los que acogemos. Aquellos para los que nacimos. Dios nos mantenga siempre cerca de ellos. La propuesta de Calasanz es la inclusión.
  8. Una escuela transformadora. Sabemos que sólo la educación puede cambiar el mundo. Por eso, trabajamos para que esta dimensión esté siempre crecientemente en nuestras opciones educativas. Buscamos que la educación empodere los alumnos para que ellos mismos sean capaces de cambiar sus propias realidades. Ellos son los protagonistas de la acción educativa y de la transformación social, los alumnos deben ser los futuros actores del cambio. Trabajemos por unos alumnos capaces de cambiar el mundo.
  9. Una escuela en salida. Papa Francisco dio una clave formidable para entender a Calasanz hoy. Hay escuelas que están repletas en sí mismas, a las que no les falta nada para un buen currículum académico, pero que corren el riesgo de ser autosuficientes, autorreferenciales, sin necesidad de abrirse a un alumnado más diverso o a escuelas diferentes y de salir al encuentro de los que no están recibiendo educación de calidad.
  10. Los tesoros escolapios especiales. Tenemos algunos, y preciosos. Por ejemplo, el Movimiento Calasanz o la Oración Continua. Me he referido a ellos en otras ocasiones, pero no puedo dejar de citarlos en esta escrito, porque estamos hablando de nuestra identidad.

5-Una propuesta final: el secreto de Calasanz

No puedo dejar de decir lo que creo que es más central en la educación calasancia: el DÍA A DÍA. El “día a día” contradice o potencia las convicciones. Por eso necesitamos valorar el día a día, a veces rutinario, pero tejido de fidelidad. Es el camino.

Me gusta citar aquí a San José de Calasanz. Dejó escrita en sus Constituciones esta formidable afirmación: “Si nuestra Obra se lleva a cabo con el esmero debido, es indudable que continuarán las insistentes peticiones de fundación en numerosos estados, ciudades y pueblos, como se ha venido comprobando hasta el presente[4]. Nuestro ministerio debe ser vivido así: con cuidado y esmero diario. Clase a clase, reunión a reunión, proyecto a proyecto, alumno a alumno, día a día, todos los días. Sólo así vivimos en fidelidad la vocación escolapia. Es bueno recordarlo de vez en cuando. Para nosotros no hay calidad sin entrega.

A todos os deseo un buen camino de identidad. Recibid un abrazo fraterno.

P. Pedro Aguado Sch.P.

Padre General