Después de un Capítulo General suele ser conveniente escribir una carta exhortando a los hermanos a recibir y acoger los documentos, propuestas y opciones del Capítulo. Lo haré en una próxima oportunidad, sin duda. Pero en esta ocasión creo que es mejor escribir una carta sobre lo que los capitulares hemos recibido, como escolapios, a lo largo de las tres semanas de trabajo que vivimos en México.
Tal vez os sorprenda esto que digo, pero creo que todos los capitulares estarán de acuerdo en esta afirmación: hemos recibido, en México, muchos testimonios de vida y misión escolapias. Vale la pena recordarlos, destacarlos y compartirlos. Y son testimonios que han inspirado el devenir del Capítulo. El contexto desde el que discernimos ilumina el proceso capitular, sin duda alguna. Los comparto con todos vosotros, con un corazón agradecido y desde la convicción de que no podré citarlos todos, porque han sido muchos.
EL ENCUENTRO CON LOS HOGARES. Los Hogares Calasanz son una de las obras escolapias más significativas de México. La inspiración del Chinchachoma está muy presente en esta extraordinaria encarnación del carisma de Calasanz, que está crecientemente expandida en el conjunto de las Escuelas Pías. Los capitulares quisieron hacer un regalo a los Hogares de México: la entrega de un dinerillo que pudiera ayudar en algunas necesidades de las Casas Hogar como, por ejemplo, una ayuda para la compra de la furgoneta u otras cosas que se necesiten.
El regalo se entregó en el contexto de una Eucaristía celebrada en Puebla. Pero las Casas Hogar regalaron a los capitulares algo mucho más valioso: el testimonio de una vida transformada por la educación integral y escolapia recibida en el Hogar. Este testimonio tiene muchos nombres propios, pero quiero expresarlo con uno: Salvador, un joven de 15 años que compartió con todos nosotros su proceso vital. Fue algo extraordinario. Una vida reconstruida, en la que este joven pudo reconectar con sus sueños, aspiraciones, deseos de crecer. Una vida transformada, no sin esfuerzo: lucha, trabajo, confianza, acompañamiento, transparencia, sincera búsqueda del propio yo. Y un encuentro fecundo con Jesús, el Señor.
Fue un testimonio profundamente escolapio. La imagen de Salvador, emocionado, abrazado al P. Cristian y a su educadora, es imborrable. No era el único que lloraba, ni era el único que sentía ganas de dar un abrazo. Los capitulares recibimos, desde las Casas Hogar, una nueva confirmación de la intuición de Calasanz: si un joven se encuentra con un educador que le ayuda a crecer, desde un proyecto como el escolapio, ese joven crecerá y se convertirá en un hombre de bien, capaz de una vida buscadora de plenitud. ¡Gracias, Salvador!
VIDAS TRANSFORMADAS POR CALASANZ. Siendo especialmente significativo, el testimonio de Salvador no fue el único que recibimos. Hubo muchos más. En las visitas a las diversas presencias escolapias de México pudimos escuchar a educadores, alumnos, exalumnos, religiosos jóvenes, responsables de nuestras obras, sacerdotes escolapios. Y, al escucharlos, no era complicado encontrar el denominador común de todas las experiencias: el encuentro transformador con Calasanz.
A lo largo de estos años he tenido la formidable oportunidad de escuchar muchos de estos testimonios, que reflejan con sincera autenticidad el valor del tesoro que llevamos en nuestras pobres manos: el carisma de Calasanz, un don del Espíritu Santo capaz de dar nueva vida, nuevos horizontes y nuevas opciones.
Pero lo que vivimos en México nos recuerda que las vidas transformadas por Jesús y Calasanz piden siempre algo más de nosotros. El proceso no se puede parar, ni llega nunca a su fin. Es un proceso permanente, que siempre pide respuestas nuevas a quienes creemos en él, porque la novedad se encarna en cada persona, y cada uno quiere seguir construyendo para hacer crecer el talento recibido, sin enterrarlo[1]. El mejor testimonio nos lo dio un joven del Instituto Morelos, cuya forma de agradecer a los escolapios el regalo recibido fue exigirnos más y mejores respuestas. Transcribo sus palabras finales, porque se las pedí personalmente: “Me encantaría que los escolapios pudieran llegar muchísimo más a los estudiantes para compartir el carisma escolapio, y que eso contribuya a que cada uno pueda sanar sus heridas y librar sus batallas, como yo lo hice. Les pido que sean cercanos, que planifiquen nuevas estrategias, que innoven, que aprovechen los recursos tecnológicos que ahora tenemos a la mano para hacer moderno el espíritu calasancio, que sean incluyentes, que sean constantes y resilientes en cada uno de sus proyectos, que vivan intensamente, que amen a sus alumnos. Una vez más, les pido: sean cercanos, innoven y amen”. ¿No decimos que queremos escuchar a los jóvenes? Ningún joven habla sin desafiarnos. Recuerdo el nombre de este joven: Luis. ¡Gracias, Luis!
UNA ACOGIDA QUE ACRECIENTA LA COMUNIÓN. A lo largo del Capítulo, visitamos las presencias de Puebla, Apizaco y Chiautempan-Ocotlán. No voy a explicar lo que hicimos, sino lo que recibimos: una acogida fraterna, organizada, participada; una presencia gozosa de la comunidad, de la Fraternidad, de los educadores, de los alumnos y alumnas; unos testimonios auténticos de vida escolapia; una alegría desbordante por la presencia de los capitulares en cada uno de los colegios. Todo ello provocó reacciones significativas de los capitulares, cada uno según su perspectiva: el escolapio de una nueva presencia, que decía “ahora comprendo lo que significa la identidad calasancia real”; el escolapio joven que expresaba “las cosas que han dicho los jóvenes son nuevas, por ejemplo, la petición de innovar”; el escolapio que querían aprovechar cada minuto para conversar con los muchachos; el formador que decía ”cuánto ayuda a un joven compartir su proceso y sentir que le comprenden”, etc. Queridos hermanos y hermanas de México, nada de lo que hicisteis quedó sin eco en el alma de los capitulares, incluida la alfombra de flores del Morelos.
UNA NUEVA FOTOGRAFÍA DE LAS ESCUELAS PÍAS. Hemos visto muchas fotografías del aula capitular. Circulan por las redes las fotos oficiales del Capítulo. Si nos fijamos bien, veremos que se trata de una foto “nueva”. No están solos los capitulares. Está presente el Consejo de la Fraternidad General, y está presente un buen grupo de jóvenes, religiosos y laicos, miembros de los procesos pastorales y educativos de las Escuelas Pías. Todos ellos emitieron sus votos para priorizar las Líneas de Acción de las Claves de Vida. Todos ellos firmaron las actas del Capítulo. Su presencia y participación fue realmente significativa y valiosa. Estamos entrando en un nuevo modo de comprender y realizar nuestros procesos capitulares y nuestras dinámicas de reflexión compartida. Quedan claros los ámbitos canónicos y reservados a los religiosos, pero van quedando también claros los cada vez más ricos espacios de discernimiento compartido con las personas que construyen día a día Escuelas Pías. Habrá que avanzar en la reflexión de cómo articular y organizar de modo más real y representativo este inmenso caudal de vida escolapia.
UNA FRATERNIDAD PRESENTE Y PROPOSITIVA. Destaco la presencia del Consejo de la Fraternidad General. Fue muy positiva y plural. Pero quedan bastantes cosas pendientes que deberemos ir pensando. Entre ellas, cito las siguientes: la participación de la Fraternidad en los procesos de preparación del Capítulo, en todas aquellas áreas que les competen y sobre las que es bueno que lleguen sugerencias y propuestas, la presencia articulada de representantes de las diversas Fraternidades Escolapias; una mayor dedicación de tiempo a la reflexión sobre la construcción del nuevo sujeto escolapio, tema que quizá nos debamos plantear de modo recurrente en los Capítulos Generales, que son una muy buena oportunidad para tomar el pulso al camino que estamos recorriendo; una más profunda reflexión sobre la pluralidad vocacional escolapia y sobre los ministerios escolapios, etc. Y sin olvidarnos de tantas personas que, sin pertenecer a la Fraternidad, construyen Escuelas Pías en tantos lugares de nuestro mundo.
LOS JÓVENES, PRESENCIA Y DESAFÍO. La Congregación General convocó al Capítulo a un grupo de jóvenes, en coherencia con lo vivido a lo largo del proceso del Sínodo Escolapio de los Jóvenes y considerando que era una buena oportunidad para dar un renovado impulso al Movimiento Calasanz. La presencia de los jóvenes no decepcionó; todo lo contrario, ayudó a que el Capítulo entrase a fondo en el tema de la relación de la Orden con los jóvenes, una relación de creciente corresponsabilidad. El Capítulo tuvo acceso a las propuestas de los jóvenes, elaboradas a lo largo del camino sinodal. Tal vez el reto que nos tenemos que plantear ahora es el seguimiento de todo este proceso, para que lo que ha sido una buena experiencia se transforme en un nuevo modo de proceder. El reto es apasionante.
LOS FORMANDOS DE MÉXICO. A lo largo del Capítulo hubo dos momentos de convivencia con todos los jóvenes que viven su proceso de Formación Inicial en México (prenovicios, novicios y juniores). Hay muchas cosas que podríamos destacar de estos encuentros, pero me quedo con dos. En primer lugar, era bonito ver a lo capitulares buscar el encuentro con los jóvenes (en el paseo, en la comida, en el autobús, en cualquier momento). Había deseo de conocerlos, de escucharlos, de animarlos, tal vez de recibir de ellos la fuerza y el vigor novedoso de su vocación. Pero yo quiero subrayar el gran bien que estos encuentros hicieron en los jóvenes. Tuve la oportunidad de reunirme con los juniores y escuchar su testimonio de alegría por el impulso vocacional que habían recibido. Una vez más, todos pudimos comprobar el valor de la vida compartida y del encuentro fraterno.
UN CONTEXTO QUE INSPIRA EL DISCERNIMIENTO. Ningún Capítulo se reúne “en abstracto”. Nos reunimos en lugares concretos, con su propia historia y su dinamismo particular. Y esas “claves de contexto” no sólo inspiran los trabajos en el aula capitular, sino que ayudan en el proceso posterior de acogida del Capítulo. Este 48º Capítulo General pasará a la historia como el “Capítulo de México”, aunque también será conocido como el capítulo celebrado en tiempos de pandemia. A pesar de las dificultades de salud y las complicaciones de los viajes, el Capítulo se pudo celebrar con la participación de todos los capitulares. Debemos estar muy agradecidos porque esto haya sido posible, y renovar nuestra convicción de que las dificultades externas, que no deben ser ignoradas, no pueden impedir el proceso permanente de construcción de Escuelas Pías.
AGRADECIMIENTOS. Hay muchas personas a las que hay que agradecer el éxito del Capítulo. Pero yo quiero que quede constancia pública de seis nombres concretos: Adriana, Alan, Saúl, Paco, Emmanuel y José Luis. Ellos formaron parte de la Comisión Logística organizadora del Capítulo. Su trabajo, su dedicación y su discreción fueron, sencillamente, extraordinarios. El Capítulo les regaló un viaje a Roma, más que merecido, en el que podrán crecer aún más en su amor por Calasanz. ¡Gracias!
A TU AMPARO Y PROTECCIÓN. Poco antes de terminar el Capítulo, todos pudimos peregrinar a la Basílica de Guadalupe, para ofrecer a la Virgen los trabajos capitulares y poner bajo su amparo el caminar de las Escuelas Pías. A Nuestra Señora de Guadalupe, que es venerada con profundo amor por el pueblo mexicano y por tantos pueblos de América, le encomendamos los frutos de nuestro Capítulo General.
Recibid un abrazo fraterno.
P. Pedro Aguado Sch. P.
Padre General