En la vigésima sesión capitular se abordó el trabajo acerca del ministerio escolapio, así como la realidad de la iniciativa de Escuelas Pías en Salida.
La eucaristía de hoy la ha presidido la Provincia de Asia Pacífico. En la homilía, el P. Robert Dalusung compartió una reflexión acerca de «las tradiciones con las que estamos cómodos, pero no nos dejan escuchar lo que nos está pidiendo Dios». «El espíritu nos saca de la comodidad, de la zona de confort, nos lleva a crecer en la vida», explicó.
Durante la mañana y parte de la tarde, los Padres Capitulares han hecho eco del documento acerca del Ministerio escolapio. En un rico y participado diálogo, los asistentes hicieron hincapié en la capacidad transformadora de la pedagogía calasancia. “La gran novedad de la Piedad y las Letras que proponía Calasanz están en la ‘y’ copulativa que une las dos dimensiones”, afirmaron en la asamblea. “Esta es nuestra gran novedad, y una buena noticia para la educación católica”, explicaron.
Este impulso pedagógico pasa, en el caso de los escolapios de forma irremisible, por la inclusión social y por buscar formas de inserción social. “La pandemia ha dejado claro la importancia de nuestro ministerio y de la escuela presencial como algo indispensable”, subrayaron en las intervenciones. Un ministerio ampliado a las familias y la importancia del acompañamiento fueron temas que volvieron a salir en el debate.
Por la tarde, el P. Carles Gil compartió el trabajo realizado por el equipo de Escuelas Pías en Salida. Gil expuso el trabajo de un equipo que ha tratado de profundizar en esa aspiración de Calasanz por reformar la sociedad, “para que la vida no sea una estafa”, explicó durante la intervención. El proyecto ha permitido a un grupo de escolapios profundizar sobre el desafío de Calasanz en el mundo actual. Y lo primero que tuvieron que abordar fue “conocer, de verdad, la realidad, huyendo de los prejuicios”. Para el P. Gil nos enfrentamos a tres desafíos globales, la segregación provocada por una polarización extrema de la pobreza; las migraciones que ponen en riesgo la vida de los migrantes; y la crisis climática. El proyecto, en una tercera fase, incluía una experiencia misionera de meses con el objetivo de pasar de lo “hablado” a lo “vivido”. La aparición de la pandemia obligó a suspender esta fase si bien el trabajo de acompañamiento siguió de forma online. El proyecto pretende ofrecer a los participantes una nueva cosmovisión de su horizonte “más lleno de vida y más intenso, para que nuestro día a día genere preguntas en los otros”.







