
Queridos hermanos y hermanas:
«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14)
Jesús nació en un establo, pero envuelto en el amor de la Virgen María y San José. Al nacer en la carne, el Hijo de Dios consagró el amor familiar. Nuestro pensamiento se dirige en este momento a las familias: a las que no pueden reunirse hoy, así como a las que se ven obligadas a quedarse en casa. Que la Navidad sea para todos una oportunidad para redescubrir la familia como cuna de vida y de fe; un lugar de amor que acoge, de diálogo, de perdón, de solidaridad fraterna y de alegría compartida, fuente de paz para toda la humanidad.
A todos, ¡Feliz Navidad!