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Elementos Calasancios: 9/Formación de educadores

Proceso formativo permanente e integral por el cual se cultiva la identidad del educador escolapio (personal docente, no docente, agentes de pastoral y otros colaboradores), de tal manera que sea referencia para la tarea educadora y evangelizadora que define la Misión escolapia, abierto siempre a la innovación y a la mejora continua.

En el siglo XVI, en la época que Calasanz inicia las Escuelas Pías, los maestros no gozaban de buena reputación. Se les consideraba como personas vagabundas e inestables y que tienen poco cuidado del aprovechamiento de los niños, antes bien ellos mismos son tales a veces, que tendrían necesidad de ir a la escuela del santo temor de Dios y de las buenas costumbres, habiendo resultado por todo ello, aunque sin razón, el enseñar a los niños, ejercicio vil y despreciable. En general, los niños no disponían de un buen reconocimiento social e ingresos suficientes para vivir, por lo que su formación era muy deficiente, tanto en los contenidos a enseñar como en la metodología.

Calasanz concibe la educación como una verdadera misión y al educador como un apóstol que, con la luz de la piedad y las letras, disipa las tinieblas de la ignorancia, salva a los hombres de la esclavitud intelectual y moral, y los hace verdaderamente felices. 

Así como el apóstol ha recibido una llamada de Dios para anunciar el evangelio, el maestro ha de tener “un gran espíritu y una vocación particular (…) porque se encontrarán con otras dificultades que se de derivan de una vida mortificada por el trato obligado con muchachos, trabajosa por el continuo esfuerzo y despreciable a los ojos de la carne, que considera la educación de los niños pobres (Tonti, 24)

Ningún maestro puede educar; es decir, transmitir la vida si antes no la ha recibido de lo alto. Desde esta perspectiva, concibe al maestro como una persona de una sólida vida espiritual, porque más educa el estilo de vida que las palabras. 

Además, define al maestro como un “eficaz cooperador de la verdad” (CC nº3), un instrumento de la Verdad, que es Cristo, el verdadero maestro que indica el mejor camino para llevar una vida plena y feliz. 

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