
Proceso educativo mediante el cual en nuestras Obras se ofrece una formación integral que prepara para la vida y comprende todos los componentes de la acción educativa: finalidades, objetivos, contenidos, metodologías, recursos y evaluación.
Cuando se plantea la cuestión de la calidad en cualquier sistema, siempre se refiere al grado de adecuación del mismo a unas normas y modelos que describen el desempeño óptimo posible y que son emanadas por alguna autoridad reconocida. Existen diferentes modelos y normas de calidad y las diversas agencias que reconocen y homologan los sistemas.
En el caso de la calidad pedagógica y pastoral del ministerio escolapio, podemos acogernos a las normas y modelos generales y aplicarlos a aspectos concretos de nuestro desempeño, como se está haciendo en muchos lugares con las normas ISO, el modelo EFQM u otros. También cabe definir un modelo propio, definido y sancionado por la autoridad escolapia competente y medir nuestro desempeño según los estándares definidos que describan el consenso aceptado sobre el desarrollo óptimo de nuestro ministerio. Esta fue la opción de la Orden en los años 2001 y 2006, cuando se definieron y evaluaron los elementos de calidad calasancia de nuestras obras.
La complejidad del objeto evaluado, la calidad pedagógica y pastoral, la dificultad de definir estándares universales en una materia tan dependiente del contexto histórico eclesial, social y cultural y, en definitiva, el deseo de animar en todas las presencias el ministerio escolapio más que homologarlo y calificarlo cuantitativamente, ha llevado a la Orden desde el Capítulo General de 2009 a preferir una descripción cualitativa, que, sin renunciar al necesario objetivo de definición, actualización y orientación, permita un análisis más pertinente y una autoevaluación más sosegada. Este fue el mandato del Capítulo General de 2009 que aprobó los diez elementos de identidad calasancia y una herramienta para su evaluación.