
Aun en medio de la adversidad, el Señor no deja de llamar. “Rema mar adentro”, dice, y te impulsa a lanzar las redes, aun cuando ya hayas visto que nada hay que pescar, que el mar está desierto y la vida mengua. La presencia de tres jóvenes que inician su proceso de aspirantado y prenoviciado nos confirma la insistencia de Dios en brindarnos esperanza.
El día 2 de septiembre Nolberto Parra, José Alejandro Ortega y Carlos Montero dieron sus primeros pasos en la formación inicial para ser religiosos escolapios. Tuvimos que cambiar el plan inicial; las medidas de confinamiento en Venezuela se extienden y evitan la movilización de los religisos que tienen obediencia para llegar al país. Sin embargo, logramos incorporarlos a nuestra comunidad del Colegio Calasanz de Valencia, donde han podido encontrarse e iniciar este camino.
El primero de ellos, un joven procedente del Zulia, Venezuela, realizó su experiencia vocacional en la comunidad compartida entre religiosos y laicos en Barquisimeto. Durante el año escolar que finaliza, pudo experimentar la riqueza de la vocación escolapia, compartida entre quienes soñamos el carisma y la misión de Calasanz en tierras larenses, donde la sencillez de sus gentes y el compromiso de la comunidad cristiana escolapia permite reconocer muchas de las verdades reveladas a los sencillos e interpelarnos ante la llamada vocacional. El segundo, José Ortega, es exalumno de nuestra Obra Social San José de Calasanz, parroquiano y por muchos años catequista y voluntario de la Red Itaka-Escolapios, junto al tercero, Carlos, el más joven y también apasionado por los niños preferentemente excluidos.
Damos gracias a Dios por el regalo que da a los infantes de nuestra Orden en la vida de nuestros nuevos hermanos, y le pedimos la audacia para construir con valentía la comunidad cristiana escolapia en todos los rincones de Centroamérica y Caribe.