
Orientación por la que se posibilita la corresponsabilidad abierta a los seglares con los que trabajamos juntos. Desarrollo de un “laicado escolapio” con el que se comparte carisma y misión calasancias y con el que se forman comunidades cristianas en referencia a nuestras Obras.
Para dar estabilidad y consistencia a las Escuelas Pías, Calasanz se rodeó de un buen número de maestros; algunos contratados, otros voluntarios. Se convenció pronto que una buena solución para mantener la motivación de los maestros era cohesionar el grupo dándole una estructura de vida común.
Iniciadas ya las escuelas, en 1602 Calasanz abandona el palacio Colonna y se traslada a vivir con sus colaboradores. Nos consta que ya en 1604 hay una comunidad de 18 personas (7 sacerdotes y 11 seglares) que viven juntos con un cierto grado de convivencia: comida en común, comunión de bienes y una misma tarea. Su estilo de vida era muy parecido a una congregación religiosa, pero sin el vínculo jurídico de los votos. De este grupo, doce eran asalariados. Después de unos años, sólo perseveraron José de Calasanz y Gaspar Dragonetti. De 1601 a 1612 Calasanz tuvo 73 colaboradores, de los que ocho murieron, 5 dejaron la obra y sólo uno vistió el hábito con Calasanz en 1617.
En la práctica, la fidelidad de los maestros seglares era bastante difícil; sobre todo, si tenían la exigencia de la estricta vida común que exigía el reglamento de la Congregación Paulina. Después de una efímera unión con la Congregación de la Madre de Dios, la Providencia le llevó a fundar la primera congregación religiosa católica dedicada a la educación popular.
El fundador mantuvo la relación con algunos maestros seglares como el caso de Bonaventura Serafellini, un calígrafo de gran prestigio que comenzó a trabajar en las Escuelas Pías siendo soltero; más tarde se casó y continuó con un contrato que le aseguraba su permanencia en las escuelas. Francisco Selvagi colaboró como maestro de caligrafía, pero enviudó y fue acogido en la casa religiosa hasta su muerte. Otros laicos también tuvieron un gran protagonismo; sobre todo, en el periodo fundacional de las Escuelas Pías.
Es muy interesante profundizar en la actitud que tenía Calasanz ante los laicos (padres de familia y colaboradores) y que se manifiesta en sus numerosas cartas.
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