
Ya hace algunos meses, la Congregación General publicó algunos facsímiles que nos planteaban algunos interrogantes sobre la realidad de la Orden en los ámbitos de la inculturación e interculturalidad. Estos dos términos, semejantes pero diferentes, forman parte del acervo del Papa Francisco y de su “teología del pueblo”, y son comprendidos como dinamismos necesarios para la construcción de la Iglesia “Pueblo de Dios”, para discernir los signos de los tiempos desde el Evangelio. La gran diversidad pluricultural y multiétnica que caracterizan a los pueblos latinoamericanos, y en consecuencia, a nuestra demarcación, nos planteó el reto de estudiar estos materiales, de reflexionar y de crear un documento propio que defina las formas en las que asumimos el reto de avanzar por esta línea. Comprendemos que ambos dinamismos son obra del Espíritu que colocan a la Iglesia en salida, enfatizan la sinodalidad y generan la urgente conversión misionera.
Los datos nos arrojan una idea de la multiforme variedad que nos caracteriza. Nuestra Provincia, sin incluir a los que prestan su servicio fuera de la demarcación está constituida por 41 religiosos de 11 nacionalidades diferentes y desigual distribución. Trece son venezolanos, diez nicaragüenses, cuatro valencianos españoles, tres costarricenses, tres dominicanos, tres vascos, un catalán, un colombiano, un cubano, un aragonés y un haitiano. Las cifras nos revelan la gran diversidad en un grupo tan pequeño. Podríamos hacer otras estadísticas; y así observar que 78,05% somos americanos, 21,95% son europeos, todos provenientes de España. De los americanos, 59,38% caribeños y 40,62% centroamericanos. Esto, sin contar la diversidad cultural que emerge en cada país, y que diferencia a los zulianos, caraqueños y andinos en Venezuela, o a los criollos e indígenas en Nicaragua, por ejemplo.
Ante esta realidad, asumimos el desafío de convertir estos temas en el eje central de nuestra formación, y propusimos conformar ocho grupos de reflexión organizados de tal manera que en cada uno de ellos hubiera hermanos de diferentes generaciones y, en lo posible, de diversidad cultural. Gracias a la tecnología pudimos acercarnos desde las grandes distancias y atravesamos los límites del Mar Caribe; algunos han podido conocerse, por primera vez, después de siete años de Provincia; otros, han podido reencontrarse después de muchos años; todos, experimentar la inmensa pluralidad que configura nuestra presencia centroamericana y caribeña.
Ya hemos realizado, hasta el momento de la publicación, dos de los cinco encuentros pautados en cada grupo. La experiencia, según nos narran, es rica por lo que significa de encuentro, de discusión, de conocimiento de una realidad vivida, pero hasta ahora desconocida, de apertura, de ideas que permitan consolidar de una Escuela Pía latinoamericana. Gracias a Dios y a la Congregación General por esta iniciativa que nos acerca, nos hermana, nos reconoce diferentes, plurales, y unidos por quien nos convoca a esta mies.
P. Willians Costa Sch. P.
