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¡Cristo vive! (2ª parte)

Queridos hermanos, os ofrezco una segunda reflexión sobre el Sínodo de los Jóvenes, esta vez teniendo muy presente todo lo que vivimos y trabajamos en Oaxaca, durante la Asamblea General del Sínodo Escolapio de los Jóvenes, así como la Exhortación Apostólica “Christus Vivit” (ChV), del Papa Francisco. Os invito a todos a leer la exhortación y a estudiar las propuestas que los jóvenes hacen a las Escuelas Pías, contenidas en el documento aprobado en Oaxaca y que está disponible en la web del “Piarist Synod”. Vale la pena entrar a fondo en esta reflexión.

Mi aportación va a ser muy sencilla, porque pienso que el trabajo real consiste en leer los documentos a los que hago referencia. Pero creo que puede ayudar el que yo os presente algunos subrayados que pueden ser especialmente significativos para nosotros.

1-Ocho propuestas a las Escuelas Pías. Los jóvenes reunidos en Oaxaca, recogiendo los trabajos llevados adelante en las fases provinciales y continentales del Sínodo Escolapio de los Jóvenes, hacen ocho propuestas a las Escuelas Pías. Claras, significativas, exigentes: Movimiento Calasanz; relación con Dios; anuncio del Evangelio; el trabajo por los pobres y el voluntariado; el discernimiento y la acogida vocacional; el acompañamiento; la comunicación y las redes y, finalmente, la Educación No Formal.

En la dinámica de escucha mutua que nos hemos propuesto, estas ocho propuestas expresan con nitidez la sensibilidad de los jóvenes que crecen entre nosotros. Apuestan claramente por el Movimiento Calasanz como proceso privilegiado para crecer en la fe; buscan espacios y tiempos de oración y anhelan una experiencia espiritual más consolidada y compartida; esperan y acogen la propuesta cristiana y apuestan por ser, a su vez, testigos y anunciadores del Evangelio; desean darse a los pobres y descubrir en el tesoro de las Escuelas Pías -los niños y jóvenes pobres- su encuentro con Cristo; buscan descubrir su vocación y ser fieles a ella; necesitan ser acompañados por personas capaces de creer en ellos, de entenderles, escucharles y exigirles; se sienten cómodos en las redes sociales y buscan la construcción de redes escolapias de vida y misión y, finalmente, han comprendido muy bien la oportunidad que representa la Educación No Formal para impulsar nuestro carisma.

Obviamente, estos ocho no son los únicos caminos que tenemos que recorrer, pero sí son opciones en las que debemos crecer. No son nuestras “claves de vida”, pero las interpretan y desarrollan. No recogen todos los aspectos que las Escuelas Pías se deben plantear en relación con los jóvenes, pero indican prioridades importantes. Tengámoslas en cuenta.

Demos un paso más. La asamblea de Oaxaca no sindicó sólo ocho prioridades, sino que marcó con claridad la clave de cada una de ellas. Por eso creo que el “documento de Oaxaca” es importante para todos nosotros. Lo es porque no sólo subraya ocho opciones fundamentales, sino que indica la dirección en la que podemos y debemos caminar. ¿Cuál es la clave de cada una de las propuestas?

  • MOVIMIENTO CALASANZ. El reto es consolidarlo en cada Provincia, desarrollar sus múltiples virtualidades y destacar siempre cuál es el punto focal: acompañar a los jóvenes para que puedan hacer de Cristo el centro de su vida y opten por compartir esa fe en comunidad. Las pistas que ofrecen los jóvenes son dignas de trabajo y reflexión.
  • RELACIÓN CON DIOS. Es un clamor entre nuestros jóvenes: que seamos hombres y mujeres de oración, y tratemos de ayudarles a crecer en su fe y en su relación con Dios. Necesitan nuestro testimonio y nuestra ayuda.
  • ANUNCIO DEL EVANGELIO. Esperan de nosotros que anunciemos el Evangelio con claridad, de modo que este anuncio “mueva su corazón”. Buscan celebrar la Eucaristía con alegría y que, entre todos, podamos buscar caminos de encuentro con los que no están cerca de la fe.
  • LOS POBRES Y EL VOLUNTARIADO. Esperan de nosotros el testimonio de pobreza, y que llevemos adelante nuevas obras y misiones entre los pobres, así como una fuerte y sistemática organización del voluntariado.
  • DISCERNIMIENTO VOCACIONAL Y ACOGIDA. La insistencia es clara, gracias a Dios: piden equipos y proyectos de Pastoral Vocacional en todas las Provincias y en cada una de las presencias locales; buscan ser acompañados en la tarea de discernir y desarrollar su vocación, y esperan propuestas claras de discernimiento vocacional para la vida consagrada, tanto de varones como de mujeres.
  • ACOMPAÑAMIENTO. Lo buscan y lo quieren, pero no de cualquier forma. Nos piden acompañantes formados y serios.
  • COMUNICACIÓN Y REDES. Quieren involucrarse fuertemente este este desafío, y ofrecen muchas y creativas ideas para llevarlo adelante.
  • EDUCACIÓN NO FORMAL. Han descubierto claramente la capacidad de transformación social de la Educación No Formal, y desean que ésta siga creciendo en cada una de las Provincias.

Es evidente que cada una de estas ocho opciones merecería un desarrollo más amplio, pero no es éste el objetivo de mi carta. Busco simplemente animaros a leer el “documento de Oaxaca”, y hacerlo a la luz de la “Christus Vivit” del Papa Francisco.

2-Las propuestas del Papa a los jóvenes.

Invito a todos a hacer una lectura atenta de la exhortación apostólica del Papa “a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios”. Es un documento rico y sugerente. Quisiera destacar dos aspectos, en esa línea de “propuestas a los jóvenes que comprometen a los escolapios”. Porque esta es la clave de todo este proceso: las propuestas que hacemos a los jóvenes nos comprometen a todos, al igual que las necesidades y esperanzas que ellos expresan.

En primer lugar, subrayo que el Papa propone a los jóvenes (ChV 111-129) tres grandes verdades. Se las sintetiza así: Dios te ama y apuesta por ti, Cristo te salva, Cristo vive.  Esta es la experiencia cristiana esencial que Francisco propone a los jóvenes. Y, al hacerlo, está pidiendo de todos los educadores, acompañantes, catequistas, agentes de pastoral, que sean capaces de transmitir esta experiencia esencial a los jóvenes; de cuidarla y acompañarla; de desarrollarla y convertirla en vida, experiencia y opciones; en definitiva, de hacerla crecer como el auténtico tesoro escondido en el campo por el que vale la pena perderlo todo.  Cuando vivimos esta profunda experiencia, todo es posible y sólo desde esta experiencia emerge el joven apasionado por Cristo y por la misión, el joven misionero que busca la Orden y que necesita la Iglesia.

En segundo lugar, Francisco propone un discernimiento vocacional serio y una consistente capacidad de acogida y acompañamiento. Os invito sólo a leer los números 283 y 285 de la exhortación del Papa.

283. Una expresión del discernimiento es el empeño por reconocer la propia vocación. Es una tarea que requiere espacios de soledad y silencio, porque se trata de una decisión muy personal que otros no pueden tomar por uno: «Si bien el Señor nos habla de modos muy variados en medio de nuestro trabajo, a través de los demás, y en todo momento, no es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos recibir, para calmar las ansiedades y recomponer el conjunto de la propia existencia a la luz de Dios».

285. Cuando se trata de discernir la propia vocación, es necesario hacerse varias preguntas. No hay que empezar preguntándose dónde se podría ganar más dinero, o dónde se podría obtener más fama y prestigio social, pero tampoco conviene comenzar preguntándose qué tareas le darían más placer a uno. Para no equivocarse hay que empezar desde otro lugar, y preguntarse: ¿me conozco a mí mismo, más allá de las apariencias o de mis sensaciones?, ¿conozco lo que alegra o entristece mi corazón?, ¿cuáles son mis fortalezas y mis debilidades? Inmediatamente siguen otras preguntas: ¿cómo puedo servir mejor y ser más útil al mundo y a la Iglesia?, ¿cuál es mi lugar en esta tierra?, ¿qué podría ofrecer yo a la sociedad? Luego siguen otras muy realistas: ¿tengo las capacidades necesarias para prestar ese servicio?, o ¿podría adquirirlas y desarrollarlas?

Nuestros jóvenes desean y piden ser acompañados en su búsqueda vocacional. Acompañados con respeto, escucha, cercanía, testimonio y exigencia. Acompañamiento personal y grupal. Acompañamiento experiencial y misionero. Acompañamiento orante y formativo. Acompañamiento escolapio. Es un clamor. Y es necesario.

3-Lo que esperan de nosotros y nosotros de ellos

Como sabéis, tuve la oportunidad de estar presente durante toda la asamblea de Oaxaca del Sínodo Escolapio de los Jóvenes. Eso me permitió reflexionar con ellos sobre dos preguntas: ¿qué necesita y espera la Orden de los jóvenes, y qué necesitan y esperan los jóvenes de la Orden?

Descubrí que la respuesta a estas dos preguntas es la misma. Lo que la Orden necesita y espera de los jóvenes es lo mismo que lo que los jóvenes esperan y necesitan de las Escuelas Pías.

Lo que la Orden necesita de los jóvenes.

  1. Necesitamos y esperamos que los jóvenes vivan aquello que sueñan, aquello que descubren en el fondo de su alma. Y que trabajen por hacerlo cada día.
  2. Necesitamos que no nos permitan “quedarnos tranquilos”. No queremos escolapios sin tiempo para los jóvenes. Verdaderamente necesitamos que quienes forman parte de nuestra vida nos exijan vivirla en plenitud.
  3. Necesitamos su entrega y entusiasmo para construir, con nosotros, unas Escuelas Pías mejores, una casa común para todos, para así trabajar todos por el Reino de Dios desde el carisma de Calasanz.
  4. Creer que los proyectos escolapios que tenemos son posibles, y luchar por ellos. Necesitamos que los jóvenes los descubran, los conozcan, los desarrollen, los lleven adelante. Los proyectos escolapios, desde Calasanz, son más grandes que nosotros, gracias a Dios. Por eso necesitamos que los jóvenes los asuman y trabajen por hacerlos posibles.
  5. Necesitamos audacia y tesón, como dicen las Constituciones: “Las Escuelas Pías son obra de Dios y del afortunado atrevimiento y tesonera paciencia de San José de Calasanz[1]”. Esto es lo que esperamos de los jóvenes.

Lo que los jóvenes necesitan de la Orden, es exactamente lo mismo. Por eso este proyecto saldrá adelante, porque se construye desde una profunda comunión.

  1. Necesitan escolapios que vivan con autenticidad su vocación, y que transmitan y eduquen en esa autenticidad. Necesitan testigos para poder creer. Sigue siendo verdad la gran afirmación de Pablo VI, que demuestra que esta necesidad es propia de los jóvenes de todos los tiempos: “el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros o si escucha a los maestros es porque son testigos«[2]
  2. Necesitan propuestas exigentes. Sólo propuestas exigentes son dignas de ser respondidas por el corazón generoso de los jóvenes. Sólo propuestas más grandes que ellos, que les ayuden a comprender lo que significa pensar la vida desde la fe.
  3. Necesitan la entrega y el entusiasmo de los escolapios. No necesitan escolapios cansados o desanimados, incapaces de amar y comprender el tiempo presente para ayudarles a mirar “un poco más allá”.
  4. Necesitan ver que tenemos proyectos, que creemos en ellos y que dedicamos la vida. Calasanz es el mejor ejemplo. Necesitamos que nuestros jóvenes escolapios se sientan llamados a ser “un nuevo Calasanz”.
  5. En definitiva, necesitan que nuestra vida transmita lo que decimos de nosotros mismos cuando hablamos de que las Escuelas Pías son obra de Dios y fruto de la audacia y la paciencia de Calasanz. Esto sigue siendo cierto. Y nos sigue exigiendo.

4-El paso siguiente.

Os puedo asegurar que siempre que tengo la oportunidad de encontrarme con jóvenes de nuestros procesos veo que ellos siempre “esperan algo más”. Veo en ellos agradecimiento por todo lo que están viviendo y descubriendo, y veo también añoranza de nuevos pasos. Quizá tenga que ser siempre así. Pero esto nos debe ayudar a dos cosas importantes: valorar todo lo que hacemos e impulsamos y, por otro lado, estar siempre dispuestos a nuevos pasos que nos ayuden a ser los escolapios que los jóvenes esperan y necesitan.

Aquí está la clave del paso siguiente que debemos plantearnos en este Sínodo Escolapio de los Jóvenes, y que lo vamos a reflexionar estos meses junto con el Equipo Coordinador del Sínodo: ¿cuál es el paso siguiente? ¿Cómo debe llegar todo lo vivido en el Sínodo de los Jóvenes al Capítulo General?

Sigamos caminando, hermanos. Con la confianza y la alegría de quien sabe que está construyendo Escuelas Pías.

Recibid un abrazo fraterno.

Pedro Aguado Sch. P.

Padre General

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