Jornada por la paz y la no violencia
La iniciativa de esta Jornada guarda relación con los últimos hechos que están sucediéndose en nuestros pueblos de Nicaragua y Venezuela, y más solapadamente, en Cuba. La situación en el primero es muy compleja, ante los pronunciamientos a favor de los Derechos Humanos que ha realizado la Conferencia Episcopal y los diversos atentados que ha sufrido el clero y el pueblo en los últimos días. En Venezuela se convoca y apoya la convocatoria para realizada por la Asamblea Nacional, “único órgano legítimo” según lo afirma la Conferencia venezolana. Cuba sigue sufriendo los embates de un sistema represivo y más silencioso.
Por estas razones, y unidos a todos los niños y jóvenes que sufren las diversas formas de violencia también en República Dominicana, Costa Rica y demás pueblos americanos, convocamos a:
1. La celebración de la Eucaristía por la paz y la concordia de los pueblos, este miércoles 23 de enero, en todas las presencias de Venezuela. Este miércoles 25, en Nicaragua y Cuba. Sugerimos las oraciones principales que están en la liturgia de la Iglesia para estas ocasiones.
2. La Jornada por la Paz y la No Violencia, el 31 de enero, en todas nuestras presencias, cuando recordamos a Mahatma Ghandi, un gran precursor de la paz. En esta conmemoración, invitamos a todos nuestros centros educativos y pastorales, colegios, parroquias, centros culturales, Hogar, fundaciones y demás obras a realizar al menos un gesto por la paz, y demás actividades que ayuden a educar en ciudadanía y en los valores evangélicos. Desde la oración hasta acciones simbólicas que hablen de nuestro deseo de construir la fraternidad y el Reino allí donde estamos. Todo ayuda.
Para dar a conocer estas actividades a las demás presencias, estaremos utilizando la etiqueta #cacaribe en todas las redes sociales. Les invitamos a utilizarla para poder encontrarnos, virtualmente, en estas actividades. Agradecemos impulsar estas acciones, en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia, y orientados por deseo de construir un mundo mejor. La oración de los niños llega al cielo, y está en nuestras manos colaborar en la reforma de la sociedad, tal y como lo soñó Calasanz.