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¡Sé Valiente la misión te espera!

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Con motivo de la ordenación sacerdotal de nuestro hermano Fredy Araujo, le pedimos que nos redactara su testimonio vocacional que compartimos con todos.

Con profunda alegría por mi pronta ordenación como sacerdote de las Escuelas Pías, aspiro asumir el lema de DOMUND 2017 desde mi experiencia vocacional “¡Sé Valiente la misión te espera!..”

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Parroquia «San Roque» de La Quebrada (Trujillo)

Mi nombre es Freddy de Jesús Araujo A del Buen Pastor. Soy Religioso de la Orden de las Escuelas Pías, popularmente Escolapios. Nací en  los Andes Venezolanos en una pequeña comarca llamada el Corozo de la Parroquia San Roque de la Quebrada del Estado Trujillo donde se respira un ambiente de mucha religiosidad y tradiciones culturales  marcadas por la experiencia de la fe vivida en el hogar.

Mucha gente dice que los andinos somos gente buena, religiosa, trabajadora y con grandes convicciones. Puedo decir con elloque, desde muy niño inicié mis primeros pasos de la fe en un contexto religioso muy favorable, pertenecía al grupo de apostolado de la legión de María donde nos enseñaban a rezar, nos asignaban varios trabajos como visitar enfermos, ancianos, niños , rezar el rosario en familia, llevarle flores a la Virgen y visitar al Santísimo. A mi corta edad de siete años entendía todo esto como una pequeña misión.

ordenación fredy (10)Mis padrinos Ignacia y Francisco me fueron inculcando  el deseo de salir y visitar los hogares anunciando la Buena Noticia del Señor desde la ayuda a los más necesitados. Me decían cada obra de caridad son llaves que abren las puertas del cielo.

Quería tener muchas llaves para entrar allí y ser Santo como San Roque y San Benito. Puedo afirmar que esta primera etapa de mi vida fue un proceso de siembra vocacional. A los 12 años sentí un primer llamado de Dios cuando vi las películas de Monseñor Romero y el Venerable Doctor José Gregorio Hernández. Ejemplos de vida entregada al servicio de los más pobres. Poco a poco esta inquietud se fue apagando y me costaba creer que Dios se atreviera a llamarme a mí al sacerdocio. Decidí alejarme un poco de lo que sentía hasta llegar al punto de no querer participar en la misa;  recuerdo que mi mamá los domingos en la mañana casi me obligaba a levantarme para acompañarla a la misa de siete. Me levantaba con pereza y la acompañaba.

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La bendición de los padres

A los trece años me enamoré de María Isabel, la cual me fue motivando a participar nuevamente de la legión de María y como catequista de primera comunión. Mi motivación por la misa de siete cambió y ahora era yo quien apuraba a mi mamá para ir a la misa con el interés de ver a María Isabel. Y así fui viviendo esta etapa tan bonita de mi vida donde al llegar a los 13 años sentía profundamente en mi corazón que debía dedicarme a la formación de los niños en la fe, al trabajo de la caridad y la vida familiar.

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Con los niños de Corozo (La Quebrada)

Por esta época se ordenó de sacerdote un primo llamado Jesús Barrios que había estado en varios seminarios pero sin poder alcanzar sus sueños hHasta que un día por sorpresa de todos nos enteramos que estaba terminado sus estudios y pronto sería ordenado. El testimonio de mi primo me impulso a reconocer que realmente Dios tenía una llamada para mí. Y fue cuando dije quiero ser misionero al igual que el Padre Salesiano  Isaías Torres que se encontraba en Kenia (África) en una misión. Este gran testimonio de vida marco el inicio de una fuerte inquietud que se manifestaba en el deseo de trabajar en la pastoral infantil, juvenil y de los ancianos.

En medio de un proceso de muchas preguntas acerca de la vocación encontré algunas respuestas a través de la lectura y oración con los de los evangelios. La Señora Cristina Álvarez, -una amiga de la comunidad- nos enseñó a valorar los evangelios como lugar para encontrar la voluntad de Dios. Empecé a  comprender que la misión que Dios me pedía realizar era más grande de lo que yo creía entender. Fue así como un día en una conversación con un amigo llamado Dimas me comentó que había conocido a unos Padres llamados «Escolapios» que se dedicaban a la educación y  misionaban  entre los más pobres y además vivían en comunidad, eran alegres y muy trabajadores. Este testimonio me llamó mucho la atención y me gustó la idea de combinar el sacerdocio ministerial con la educación. Así fue como tome la iniciativa de llamar a la comunidad del Trompillo en Barquisimeto para obtener más información. Me atendió un Joven llamado Carlos Quintero  que estaba allí realizado una experiencia vocacional. A los 17 años inicie el proceso vocacional vía telefónica y con algunas visitas a mi casa por parte de Carlos y el Padre Omar Gutiérrez.

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Escolapios asistentes a la celebración

En agosto de 2007 deje mi Comarca por primera vez y me adentré en la gran aventura de la vocación. Participe en un Campamento Vocacional con el P. Willians Costa y otros jóvenes que estaban como yo asustados y con muchas preguntas. Esta experiencia de trabajo en el Barrio el Trompillo con los niños y el testimonio de los escolapios Carlos Curiel, Omar Gutiérrez, Oscar García y Williams Costa, lograron dejar la convicción profunda de una llamada que ahora se hacía presente en mi vida y que ahora me tocaba responder con valentía, pasión y coraje.

El 24 de septiembre de 2007 dejé nuevamente a mis padres, hermanos, amigos y tierra para iniciar una experiencia de aspirantado en la casa de Baradida junto a José Luis Colmenares, Jesús Chivico, Ítalo Rafael, Ibrahim Pinto y los Padres Alfonso Olazabal y Willians Costa como maestro.

Hoy 6 de octubre de 2017  puedo afirmar que la experiencia de aspirandado me ayudó a consolidar una llamada tan profunda  y a fundar la bases de un proceso formativo integral que fui realizado en distintos lugares como Caracas, Colombia y Nicaragua.

La vida y obra de nuestro fundador San José de Calasanz la asumí como una vida capaz de experimentar el sentido de ser valiente para responder  a la llamada de Dios.

 Ser escolapio en medio de mis hermanos de comunidad es una experiencia que me llena de esperanza y coraje principalmente a la hora de asumir los desafíos propios de cada  vocación.  A quienes lean este testimonio vocacional les pediría que asumieran en su corazón el lema de ¡Sé Valiente la misión te espera!  Que María Madre de las Escuela Pías nos siga acompañando con su maternal protección y bendiga a tantos niños que necesitan de un escolapio laico o religioso que pueda ayudarle a descubrir su interna inclinación.

Más fotografías.

 


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