
Foto de 2007 en una excursión comunitaria a Santiago
La diabetes fue la compañera de viaje que fue minando lentamente la frágil salud de nuestro padre Elías hasta que una mañana del 5 de julio, dejó de respirar y recibió el abrazo entrañable del Padre.
Llevaba un tiempo en una comunidad escolapia de Madrid, compartiendo vida y enfermedad con otros hermanos, muy bien atendido por el personal de la casa. Confesaba estar muy conforme con su vida y aceptando con paciencia su debilidad física. Quizá ya esperaba pronto un desenlace final pegado a sus recuerdos del pasado.
Llegó a La Romana un mes de enero de 2003. Yo apenas me estaba adaptando a la nueva realidad como rector y párroco. Recuerdo que tenía con mucha ilusión por comenzar su nueva etapa en Dominicana. Unos días atrás entregaba la parroquia de Santa Rosa en Managua donde duró cerca de tres años. Siempre recordaba con mucho cariño esa comunidad y sobre todo, se emocionaba cuando hablaba del cardenal Obando, el obispo que lo ordenó de sacerdote y que tanto confió en él.
Después de muchos años de servicio en las Escuelas Pías, fue ordenado ya de mayor. Él nos contaba que, desde pequeño siempre quiso ser sacerdote y se esforzó mucho hasta que, venciendo múltiples obstáculos, recibió el ministerio en la catedral de Managua.
Tuve la oportunidad de convivir con él durante diez años en La Romana. Puedo decir, que llegué a conocerle un poco y acogerle como un hermano más que Dios me daba.
Uno de los recuerdos más entrañables que tengo del P. Elías es la ternura con la que preparaba el pesebre de Navidad y el monumento de jueves santo en la parroquia de Cristo Rey. Le gustaba que quedaran bellos para que la gente pudiera disfrutar. Era un modo especial de mostrar su amor a la Iglesia, a la gente.
Guardaba en su habitación muchos recuerdos –sólo Dios podría hacer un buen inventario-. El solideo que le firmó en cardenal Obando, el cáliz que le regaló el cura de su pueblo natal, la colección de estolas, su hábito escolapio y muchas fotos de los mejores momentos de su larga vida.
Le recordamos con su mejor cara, con sus refranes y sus bromas irónicas. Lo podemos ver disfrutando del jardín que con tanto cariño hizo en la parroquia; pero sobre todo, le recordaremos celebrando la Eucaristía , la gran pasión de su vida.
Se nos fue poco a poco, suavemente, como la brisa suave que el profeta Elías sintió en el monte.
Que Dios acoja a este buen hermano y sacerdote escolapio.
Javier Alonso
Nunca olvidare cada momento en los cuales yo pude compartir con el Padre Elias en la casa en Costa Rica fue por más de año y medio d cuidarlo y lo recordaré con muchísimo amor y se q m estará cuidado desd allá arriba te extrañare mi amado viejo
Me gustaMe gusta