El 19 de septiembre del presente, el papa Francisco llegó a Cuba como misionero de la misericordia. Para muchos cubanos, para toda la Iglesia, incluida nuestra comunidad, los tres días que duró la visita fueron emocionantes.
Los preparativos para el encuentro fueron intensos. Durante todo el verano, en todas las comunidades, se hicieron actividades para la preparación espiritual de todos. La catequesis infantil y la pastoral de adolescentes y de jóvenes organizaron, en la diócesis de La Habana, convivencias para todas las vicarías, con el fin de profundizar la bienaventuranza de la misericordia. La mejor preparación era, sin duda, animarnos a vivir, en nuestra vida cotidiana, la propuesta de Jesús: Sean misericordiosos como es misericordioso el Padre de ustedes (Lc 6,36). Francisco vino a anunciarnos que Dios pone su corazón amoroso allí donde hay miseria y nos movió a ser de la misma manera.
Hacia las cuatro de la tarde, llegó el Papa al aeropuerto de La Habana. El cardenal Jaime Ortega, además de las autoridades correspondientes, le recibieron. Un grupo de unos cincuenta jóvenes que participan en la pastoral juvenil estuvo allí, también, para darle la bienvenida. A continuación, realizó el trayecto que va del aeropuerto hasta la Nunciatura. A lo largo del todo el recorrido, se repartieron las distintas comunidades de la diócesis, para saludarle. En la Nunciatura, otro grupo de 50 jóvenes lo esperaba para expresarle su afecto. Al día siguiente, antes de las 9 am, en la plaza de la Revolución, el Papa paseó un buen rato, por entre la multitud, con el deseo de ser cercano a todos. La celebración de la Eucaristía fue alegre. Hubo, en todo momento, mucha atención. Por la tarde, Francisco se reunió en la Catedral con el clero y los religiosos/as para rezar juntos las Vísperas. Al salir de la Catedral, se reunió con los jóvenes, que le esperaban enfrente del centro Félix Varela, antiguo seminario. En ese encuentro, un representante de los jóvenes dirigió la palabra al Papa para expresarle las esperanzas y las dificultades de la juventud de la Isla. El Papa invitó a los jóvenes a soñar y, sobre todo, les convidó a cultivar la amistad social, que consiste en la capacidad de crear puentes de comunicación con los demás, buscando todo aquello que nos une. Al día siguiente, Francisco partió hacia Holguín y hacia el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, que, como dijo el mismo Papa, es la casa de la Madre.
Los frutos del paso del Papa Francisco por Cuba están en nuestras manos. Él, obedeciendo a Jesús, sembró. ¿Seremos tierra buena? El pueblo de Cuba anhela la prosperidad suficiente para recuperar la confianza de que, en su país, hay futuro. Muchas heridas precisan de reconciliación, con el remedio de la justicia, la amistad social y, sobre todo, la misericordia.
Gracias, Francisco. Rogaremos por ti, como tú ruegas por nosotros.
P. Víctor Filella
rector de la comunidad de Guanabacoa (Cuba)