A TODOS USTEDES ESCOLAPIOS, LAICOS Y RELIGIOSOS
Yo, Calasanz, sigo en Cuba, en todos ustedes y continúo mi labor educativa después de tantos años.
Sí, después de aquel lejano 1600, cuando empecé mi pequeña escuela en aquel barrio pobre de Roma; después de 156 años de aquellos primeros escolapios que llegaron a Guanabacoa; ¡hoy, yo, Calasanz, sigo viviendo en Cuba!
¿No me han visto en las dos parroquias de San Nicolás y San Judas y de Guanajay y en la Iglesia de Guanabacoa? ¿No me han visto en los diversos cursos y talleres de los tres Centros Culturales Calasanz?
He estado en las diversas Escuelas de Verano para Educadores, en el Curso de Monitores y Premonitores; y en las diversas actividades y campamentos de los scouts.
Y cada mañana, recibía a los diversos grupos de pequeños y adolescentes del Esplai, que viven alegres entre juegos y dinámicas buscando comprometerse en construir una Tierra mejor para todos: más limpia, protegiendo la vida, salvando el futuro…
Y todo eso no lo hacen solo esos pobres cuatro religiosos escolapios…
Sin todos ustedes, los maestros, el personal de cada parroquia, de cada Centro Cultural Calasanz, sin ustedes los monitores y premonitores, sin el amor de cada día de las familias, mi presencia educativa no sería posible.
¡Cuántos Escolapios! ¡Cuánta gente joven y no tan joven que cree en la educación como pieza fundamental para la reforma de la sociedad!, como dije ya hace muchos años.
¡Cuánta gente que cree que vale la pena el servicio de la educación, principalmente entre los más pequeños y los que más lo necesitan!
Yo, Calasanz, les digo a todos ustedes: Sigan en su vocación de educadores, vale la pena alegrar el corazón de los pequeños, animarles a mejorar, en todas sus dimensiones, este mundo que tenemos en nuestras manos. Cuba nos necesita, Cuba necesita que entre todos hagamos un mundo más justo, más libre, más solidario y comprometido.
Gracias, escolapios todos, laicos y religiosos. Gracias por su trabajo, su esfuerzo en vivir y luchar por un mundo más humano y por tanto más cristiano.
Gracias por el amor con que realizan su trabajo educativo, sirviendo sobre todo a los más necesitados, como yo descubrí en Roma hace ya tantos años. Gracias porque este amor engendra amor y porque este es el Gran Mandamiento de Jesús, al que intentamos seguir todos.
Qué alegría sentirles y saberles escolapios conmigo. En ustedes y con ustedes sigo vivo y educando en la Cuba de hoy.
Un gran abrazo a cada uno,
JOSÉ CALASANZ
Guanabacoa, 25 de agosto de 2013